domingo, 24 de abril de 2011

Amor Incondicional

Era sábado y ya sabía donde pasaría la tarde. No me molestaba ser rutinario, de hecho, lo disfrutaba. Hay gente que dice que si repites algo que te gusta durante determinado número de ocasiones, no te parecerá tan bueno como al principio, yo estaba en desacuerdo o al menos no había llegado hasta ese punto, y por ahora me atrevo a decir que tal vez nunca me sucederá. Me puse mi mejor camisa y mi pantalón menos roto, limpié mis zapatos y me puse doble ración de desodorante, solo por si acaso, también usé un poco de mi perfume para ocasiones especiales; y es que, después de varias semanas de visitarla cada sábado sin falta aún me seguía gustando como la primera vez.
Tomé un taxi a pesar de que estaba cerca del lugar donde la vería, la verdad es que no quería caminar por miedo a sudar, tengo que admitir que me sentía algo nervioso, como cada sábado. Llegué tan rápido que no me dio tiempo de pensar de que platicaría con ella en caso de que un silencio largo e incómodo quiera hacerse presente. Tomé unas mentas, no estaba seguro de querer besarla todavía pero tampoco podía decirle que no en caso de que ella me lo pida, después de todo ella me gustaba. Me encontraba en la entrada y no me animaba a pasar, me asomé en la puerta para buscarla y no la vi. Me entraron las dudas de siempre: ¿Será que me dijo a esta hora?, ¿Me dijo adentro o afuera?, ¿habré llegado tarde y se fue?.Mi celular estaba descompuesto así que no podía localizarla o ser localizado. Decidí entrar, pedir algo para esperarla y si ella no llegaba antes de que me termine mi cerveza, pediría la cuenta y me iría.
Olfateé mis axilas, revisé mis dientes, subí mis pantalones, metí la panza y entré. Miraba en las mesas para ver si ella ya estaba ahí, pero el lugar estaba algo oscuro así que no tenía muchas esperanzas de verla. Me senté y se me acercó el mesero y me preguntó si esperaba a alguien. Le dije que no, en caso de que ella no llegase no quería verme como un perdedor. Me trajo mi trago y comencé a beberlo muy lentamente, tardé quizá unos 20 o 25 minutos en beber un vaso y estaba a punto de retirarme cuando finalmente apareció. Vestía un atuendo bastante llamativo, así que todos la miraban fijamente cuando caminó hacia mí, un sujeto le tomó la mano cuando pasó junto a él, como invitándola a sentarse; me levanté indignado dispuesto a reclamarle, ella me vió le sonrió y le dijo algo al oído, él la soltó y asintió.
-Hola, pensé que no vendrías hoy ¿Quién es ese tipo?- Pregunté
-Te dije que aquí estaría y el tipo es un amigo, no tienes porqué enojarte- Me dijo sonriendo
-No tengo porque enojarme, no somos nada – respondí defensivamente
-Tienes razón no somos nada… pero si te enojaste, bueno ¿ya pensaste que haremos hoy?
-Pues no sé, lo que quieras.
-Tú eres el que decide siempre, jaja, por cierto que rico hueles.
-Gracias es un perfume que acabo de robar en el mercado- bromeé
-Jaja eres muy divertido, no como los demás- dijo ella y me tomó la mano
-Lo sé, además de divertido también soy muy modesto-
-Me gusta salir contigo, en verdad- dijo bajando la mirada, como apenada, algo que yo nunca había visto en ella
-Si en verdad me quieres, demuéstramelo- dije retador
-Te quiero más que a nadie, pero ni así te voy a dar descuento.

lunes, 11 de abril de 2011

Libre albedrío


Partamos del supuesto básico de que el libre albedrío existe y que Dios no se mete en nuestras decisiones, si Dios no se mete en nuestras decisiones entonces no debería meterse en las consecuencias de nuestras acciones.
Aceptando esto como cierto entonces Dios no podría intervenir en ninguna de las decisiones ni consecuencias de cualquier persona en el mundo, de esta manera Dios no podría ayudarte o perjudicarte en ningún sentido.
Esto reduce la capacidad de Dios a actuar únicamente sobre los seres a los cuales no dio libre albedrío lo cual plantea otra duda, a partir de qué punto en la evolución humana (prácticamente comprobada que es un hecho) Dios concede éste don.
Se puede fácilmente distinguir en el proceso embrionario que pasamos por etapas en las cuales nos parecemos a toda clase de animales hecho que reafirma la teoría de la evolución, el caso es que a partir de cuándo Dios dijo “éste es el bueno”.
Entonces Dios no se mete ni en las acciones ni en las reacciones de nadie por lo que no podemos pedirle que alguien empeore o mejore, aparentemente Dios tampoco se mete con los desastres naturales pues año tras año se muere mucha gente por causa de aquéllos.
La conclusión es Dios no te puede ayudar en casi nada importante (en caso de que exista) esto es casi equivalente a decir que no existe.

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...