domingo, 7 de agosto de 2011

Tranquilidad

Extraño las épocas en las que mi mayor preocupación era ver si Oliver llevaba a Japón a la final del Mundial, extraño el día de ayer.
Injusto es cuando mi jefe me pone a hacer algo cuando me ve descansando, por haber terminado antes que los demás. Injusto era que me obliguen a estudiar algo durante horas, siendo que me lo podía aprender a los 20 minutos. Pero no importa, sé que me vengaré de ellos el día que sea nombrado presidente del mundo entero. Mientras tanto seguiré ideando la manera de hacer que me crezca barba.
La razón de mis quejas es la siguiente: tengo un problema. Odio mi trabajo y odiaría más cualquier otro trabajo. Es complicado, pero compréndanme, después de todo yo soy como ustedes, pero lampiño. ¿Qué si soy inteligente? No quiero decir que si, pero tampoco puedo decir que no. ¿Qué si soy flojo? No puedo decir que si, me quedaría corto. Pero no es mi culpa, en verdad que no lo es, es algo hereditario tal vez, casi patológico y por desgracia incurable. En fin, los problemas fueron hechos para resolverse y hasta ahora nunca me había topado con alguno que me haya derrotado. La verdad no sé cómo resolverlo, no es que sea algo difícil, es solo que por ahora no sé la respuesta. Así de simple.
Traté de olvidarlo todo, olvidar que tenía un problema, olvidar todas esas veces que encontré a mi tío fumando a escondidas y me obligo a fumarme su cajetilla entera para que yo aprenda la lección, que por cierto (y no deben decirle a mi tío) nunca comprendí. También traté de olvidar las veces que me rechazaron en el equipo de básquet por ser demasiado bajo, en el de futbol por ser demasiado personalista, en el de beisbol por ser demasiado flaco y el de voleibol por ser demasiado varonil. No pude olvidar nada nunca, pero en fin, supongo que es más difícil olvidar que recordar, a menos que tengas Alzheimer.
Lo siguiente que intenté fue meditar que había estado haciendo mal, en qué momento me desvié tanto de mis metas y anhelos. Recordé mi niñez , no fue agradable, increíble la cantidad de cosas vergonzosas que haces durante la vida. Como la vez que te cagas en la escuela porque tienes diarrea jajaja ese día estuvo bien chistoso ahora que lo pienso, por suerte no me pasó a mí. También recordé muchos errores, como el día que creí que estaba besando a una vieja pero… No me juzguen, había poca luz. Y pues, si bien es cierto que de los errores obtienes experiencias la verdad es que muchas de esas experiencias son totalmente inútiles.
A veces siento que mi verdadero problema es una serie de numerosos problemitas que no notas que están ahí hasta que se amontonan, otras ocasiones siento que mi problema se resolverá solo cuando yo me muera. Pero no es así de fácil o de difícil. Al menos tengo que intentar algo mejor.
Resignado por mi problema imposible de resolver, al fin decidí hacer lo que sé hacer mejor: decidí ignorarlo, así como a todas esas modelos que siempre me mandan mensajes para invitarme a salir. (Si, esas que acabo de inventar). Pero tampoco pude. La razón es simple, no quiero. ¿Por qué? Porque llegué a la conclusión de que la vida necesita problemas para que cuando por fin los resuelvas, puedas sentir que todo va a estar bien, sentir esa efímera sensación de verdadera tranquilidad.

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...