jueves, 19 de diciembre de 2013

La feria de noviembre.

Hoy es la noche en que le das consejos porque siempre está triste, o eso parece, no, está triste y tú has bebido algo y siempre te contesta, eso te molesta poco, de alguna manera hay que hacerle entender.
La noche no es tan joven y la feria de noviembre siempre es mala, hay algo de frío, mucha cerveza y toda clase de niñas con más experiencia que la generación pasada. Alguien le tiró algo de cerveza al llegar, iba en el asiento de copiloto, hablando demasiado, al salir del automóvil apuntó en su celular la sección del estacionamiento.
Caminarás más de lo planeado al notar que tu plan es más malo de lo esperado, la bebida es cara, no hay tantos amigos. Encontrarás a algunos viejos conocidos en estado altamente inconveniente, hablarás con ellos, son buena onda, ya te has encontrado con ellos otras veces, pero con el de rosado no, no te preguntas quién es el de rosado, sólo lo aceptas porque es estudiante de ingeniería.
El de rosado ha orinado en la vía pública en un lugar concurrido mientras camina, se lo comentarás a todos, algunos te ignorarán diciéndote que mires al Gordo, que está eufórico, disparar a los pequeños caballos, tal vez otro te dijo que no deberíamos andar con él porque es un pavo, pero no te importa; uno de los dos que iban en tu asiento trasero encontró a una amiga con la que hay algo de tensión e intentará hacer un movimiento, eso está en su cabeza y nada más.
Verás los juegos mecánicos y el suelo sin pavimentar ensuciará tus zapatos, por ahí se anuncia a la mujer cocodrilo y más allá está el elefante miniatura que además es cíclope; en esos lugares no hay cerveza, el baño está lejos, ese no es tú lugar, debes regresar a lo básico.
En la entrada te reúnes con todos de nuevo, ahí está el físico y el de rosado, el gordo, tu amiga y otros tres más; sigues tomando, a eso se va a la feria de noviembre, no hay nada divertido, sólo es un espacio público donde cada año tomas. El amigo de tu amigo el físico, enloqueció, clama que alguien le quitó su teléfono y cuando lo recupera lo tira, el jefe de laboratorio intenta calmarlo, tú sigues tomando y verás que intentan besar a una amiga, ella se niega, en ese momento ella “tiene algo” y hay gente que la podría delatar.
Será necesario que escapen de los borrachos, corren hacia los baños, uno de tus amigos se pasa de largo, otro se pierde, al final todos se reagrupan cerca de un juego para los conductores designados, todos juegan a pesar que están en un estado inicial de embriaguez, todos juegan y a tu conductor designado no le creen que no ha tomado.
Tus amigos discuten acerca del examen de inglés, tú estás lejos de ese problema, luego lo resolverás, hay tiempo; la diversión en la entrada cerca del juego antiborrachos ha acabado, regresarás al expendio inicial por segunda vez. Al llegar, el show de las edecanes está terminando, pero dan indicios de que se mudará a un lugar cercano, irás a ese lugar donde la cerveza es más cara y los gays bailan, donde los antiguos se reúnen mientras canta una muchacha canciones norteñas.
Esperarás un poco, unas jóvenes de dorado entran, pero no hay show, decepcionado instarás a los demás a salir, volverás al expendio inicial por tercera vez; los efectos del alcohol en el grupo son cada vez más evidentes, el gordo ya no está eufórico, ya no hay tantas risas y el flujo de líquido se ha vuelto más rápido en tu círculo, el conductor designado anuncia que tiene que irse y le diste las llaves del coche, ¿por qué se las diste? Ahora no podrás obligarlo a quedarse, se queda porque es tu amigo, sólo un rato más porque tiene examen en unas horas.
Afortunadamente anunciarán que el show de las edecanes del norte se presentará en breve, esperarás y las verás bailar por 10 minutos, ¿es tan bueno como te lo imaginaste?, tal vez, pero en tu estado ya casi todo es bueno. Inician la partida, el gordo olvidó sus llaves, tendrá que dormir contigo, el auto está lejos y nadie recuerda dónde está, afortunadamente alguien guardó al entrar, la sección del estacionamiento.
Todos serán guías durante los próximos cinco minutos, momento en el cual caen dormidos, te detendrás a comer en un puesto de comida regional lleno de humo, hablarás de las relaciones humanas y de la ideología de tu país, te mostrarán a un tipo que se subió al muro de una propiedad privada a las dos de la mañana, reirás un poco.

Después de que el conductor designado se llevara a un parque cercano a su casa tomarás el volante; algo mareado emprenderás parte del camino en sentido contrario hasta que el recién bajado te grite, intentando dar una vuelta en u chocarás con una reja en medio de la joven madrugada, satisfecho y con un semi-muerto emprenderás tu camino a casa y hacia el sueño etílico.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Aventura burocrática.


Todo empezó un día antes, un poco después del intermedio meridiano, el teléfono sonó una o tres veces:
-       ¿Memo?
-       ¿Qué pasó abuelito?
-       ¿Qué haces Memo?- dijo en tono animado
-       Nada abuelito- en realidad llevaba más de 5 horas intentando estudiar para mi examen de admisión a la maestría sin nada de frutos.
-       ¿Puedes acompañarme a sacar mi licencia en Altabrisa donde dicen que es rápido?
-      
-       Ta bueno Memo- Las conversaciones telefónicas con mi abuelo nunca duraban mucho y sólo daban lugar a la exposición de una idea, terminada la presentación de ésta la conversación se terminaba abruptamente por su teléfono que se colgaba, en algunas ocasiones sin despedida.
Diez minutos después me habló para rectificar la hora, que debía ser “como a las ocho” y el lugar que en vez de Altabrisa es el siglo XXI.
Al día siguiente me desperté a las 7:20 cuando puse mi alarma a las 7:30, nunca me ha servido la alarma de manera efectiva, siempre o me levanto antes o no la escucho. El caso es que al levantarme me puse a ver los minutos finales The house beyond the pines con nuestro amado Ryan Gosling, el cual parece sólo poder decir dos párrafos de libreto por película, dadas las ocho sonó mi teléfono; mi abuelo habla a la hora que uno debería estar en su casa y luego cada cinco minutos para saber si ya saliste o si se tiene que ir, supe que debía apurarme e ignorar sus siguientes llamadas.
A tres kilómetros de distancia de su casa contesté el teléfono y le dije que abren a las nueve, aunque terminó siendo o que abren a las ocho o que abren muy puntuales porque al llegar el lugar estaba completamente operacional, al estacionar mi coche en su puerta gritó que ya se iba y emprendimos el camino.
Mi coche había funcionado casi completamente bien hasta que dijo “¿Ya afinaste tu coche?, corcovea un poco y no lo debería hacer, este cochecito nunca me ha dejado mal, yo siempre lo tenía a punto y jamás le puse Nova sólo Premium, además este cochecito te avisa…”. Así se la pasó hasta que al llegar al punto en que tenía que meter quinta el coche empezó a agacharse, lo noté pero no dije nada, poco tiempo antes me gritó “Cuidado” porque una camioneta de redilas se aproximó ligeramente a mí, “Esos hijueputas no saben manejar”.
A un kilómetro de llegar se le prendieron todas las luces posibles al carro y dejó de moverse, “Ves te lo dije, es la afinación, las bujías no están mandando bien la corriente, es eléctrico…”. Llegamos después de que se detuvo dos veces y entramos al recinto, el lugar tiene unas puertas altas de cristal y altas paredes, es un centro de convenciones que de la entrada a la izquierda tiene un módulo de la policía.
-       ¿Señor trajo su comprobante de domicilio y credencial de elector?
-       Sí, traje copias.
-       No, necesitamos originales.
La señora era una típica fea detrás de mostrador con voz chillona y dos kilos de maquillaje, mi abuelo suspiró exasperado, no escuché muy bien qué respondió, probablemente sólo levantó la voz, mientras él resolvía lo que iba a hacer yo hablaba para preguntar cómo proceder con respecto a mi coche, me aconsejaron no arrancarlo y esperar a la grúa del seguro.
-       ¿Cuánto va a tardar la grúa?, mejor buscamos un taller por aquí Memo, ¡Cómo chingados se me olvidó traer mi credencial de elector!, ayer la saqué y la dejé a mano, ¡cómo me encabronan estos pinches trámites!, sobre todo los de la policía, ¡todo lo hacen para joder!- mientras me decía esto caminábamos al carro y supe que no podría esperar a la grúa, era arrancar el carro y movernos, no había otra opción posible.
-       Una vez me lo hizo, pero lo arranqué y lo llevé a que le dieran su buena afinada, y bam como seda- esperando como niño que espera la llegada de Santa Clos, metí la llave y milagrosamente arrancó.
Después de equivocarme dos veces de taller y 32 insultos más en el camino, entre los cuales estuvo incluido una crítica a la secretaría de comunicación y transportes por permitir que el puente de una salida del periférico tardara tanto en construirse llegué al taller adecuado, mi madre me fue a buscar asustada de que mi abuelo no pudiera retardar quince minutos la planeación de su día. Llegamos a su casa y quedamos en que me pasaría a buscar al día siguiente a las ocho en su carro para terminar su trámite, esta vez sí llevaría sus documentos originales.
Desperté diez minutos antes de las siete del día siguiente, me dispuse a hacer mis necesidades fisiológicas, pasados unos minutos después de las ocho empecé a oír gritos con mi nombre, grité para hacer saber que había recibido el mensaje; pero aunque estoy seguro de que mi abuelo me oyó, siguió gritando hasta que hube salido.
-       Memo ¿Por qué está el coche aquí afuera?, ve cómo ya está, mételo.
-       Sí, es que mi mamá metió su camioneta- suelo dejar mi coche en el estacionamiento de la casa abandonada de en frente, sin embargo, un día anterior mi madre había metido su camioneta en él y yo fui muy flojo como para meterlo en nuestro estacionamiento – ahora vuelvo, voy por mis llaves.
Entré, me puse la primera camiseta polo amarilla de rayas que encontré y salí de nuevo, me disponía a pedirle las llaves para arrancar su carro cuando me dijo “Mete el coche”; con el mismo impulso di una media vuelta, regresé a mi casa por las llaves de mi coche y lo metí en la casa abandonada.
Al ir avanzando por la ciudad cuestionó mi elección del camino, del carril, la velocidad y comentó el sonido de una banda de su carro “Lo único que tiene este cochecito es el sonido de la banda, dijo tu tío Mario que es muy difícil de alcanzar”, le contesté que debería ver a un mecánico que sí pudiera con el trabajo y aunque se ofendió un poco, estuvo de acuerdo.
“Ya fuimos a circo Atayde con tu prima Michelle, ¿tú te subes a eso juegos?” al ver que mi respuesta fue negativa dijo que sólo mi tía loca se sube, que son puras chingaderas, que qué clase de mantenimiento le van a dar a las máquinas si siempre están en movimiento, etc., etc.
Llegamos temprano de nuevo, confiado de que el trámite estaba a punto de morir me relajé, llevábamos todos los documentos mencionados en la guía, era imposible fallar.
-       Señor me permite su licencia.
-       Sí, aquí tiene.
-       A ver, y ¿su credencial de elector?
-       Aquí está- temblando de impaciencia mi abuelo sacó su identificación.
-       Mmm, es usted Guillén o Guillem.
-       Guillén, ¡cómo dice la tarjeta!- mi abuelo estaba casi totalmente exasperado.
-       No podemos seguir con su trámite, tiene que traer un acta de nacimiento para corroborar los dator- en ese momento intervine.
-       ¿Por qué no nos lo dijiste ayer?
-       Ayer yo no los atendí- realmente no estoy de seguro de que ella nos atendió, sólo le dije eso para meter presión e intentarla hacer ceder.
-       Sí, sí nos atendiste y no nos dijiste nada.
-       Ni yo, ni ninguna de mis amigas les va a permitir seguir con el trámite si no trae un acta de nacimiento.
Mi abuelo increíblemente molesto caminó conmigo hacia la salida mientras yo le explicaba que prácticamente en frente podríamos obtener una. Llegamos a la plaza que está cerca del centro de convenciones, nos dirigimos hacia la entrada más cercana al módulo segundos después de tocar la puerta de cristal el guardia nos dijo que hasta las diez abren, mi abuelo estaba cerca de cambiar de color, lanzando improperios me dijo que lo llevara a su casa a buscar el acta, la cual está a treinta minutos de ese lugar.
Caminó al coche, le dije que no valía la pena dar un viaje tan grande, podríamos comer en lo que daba la hora, aceptó y entramos caminando a más de 5 kilómetros por hora al restaurante; nos pasamos, llegamos a la sección de revistas, regresamos y nos sentamos a comer del buffet.
Durante la media hora que comimos tranquilos habló mal de los gringos, dijo que estaban haciéndolo todo mal y que cuando se dieran cuenta ya se los habría cargado la chingada; me instó a ir antes de que se formara la cola, le aconsejé esperar, ignoró mi consejo y dijo “Llámale a tu abuela y dile que vaya a buscar a esa chiquita”.
Veinte minutos antes de la apertura de la plaza yacíamos en frente de la entrada nuevamente, después de cinco minutos de espera le preguntó al señor que estaba a un lado si éste usaría el módulo, al recibir una afirmación le propuso empezar a hacer cola, mi abuelo hizo cola quince minutos antes de abierta la plaza para usar el módulo. Cuando por fin nos tocó, dio su nombre, el muchacho lo escribió mal, lo hizo rectificar, lo hice rectificar, lo hicimos rectificar, ninguno de nuestros intentos hizo que la máquina lo encontrara en su base de datos.
Saliendo me dijo “Llámale a tu abuela y dile que retire a mis alumnos”. Nos dirigimos a su casa, volvió a criticar a dos o tres automovilistas y al puente, señaló lo tan improbable que era que todas esas cosas le pasaran a él, mencionó la incompetencia de la policía y que sólo ese trámite es así, que siempre le pasa.
Revisó todos sus papeles, sólo encontró una copia, en nuestro camino a la salida dijo “Lucy retira mis alumnos, está bien enredada está chingada madre”. Llegamos a otro módulo de pagos del estado, lugar donde prácticamente me juró que ya había sacado un acta previamente, antes de que me estacionara se bajó para ganar tiempo.
Cuando llegué había una fila de veinte personas antes de nosotros, el señor antes de nosotros comentó que cada veinte minutos avanzaba la cola una persona. Cuando faltaban seis o siete personas la máquina se trabó, sólo funcionaría para pagos de impuestos, obviamente nadie la necesitaba para eso; mi abuelo intercambió algunas palabras con la encargada, después de no lograr nada seguimos esperando.
Me pareció ver a la novia de un examigo, pasé treinta minutos intentando recibir confirmación, al recibir una negativa me puse a jugar candy crush. Una hora veinte tardamos en llegar a la caja para confirmar que el nombre de mi abuelo no estaba en el sistema, de modo que tuvimos que dirigirnos al registro civil.
Subimos al carro y mi abuelo insistió en apurar la salida a pesar de que habían dos carros bloqueándonos, intentó que me fuera en sentido contrario y estuvo en desacuerdo con la calle que tomé. Al llegar al centro me habló de una calle que se había construido en los setenta, era una calle de concreto hidráulico, de buena calidad, no como las que se construyen ahora, si todos los gobiernos hicieran la mitad de las carreteras con ese material durarían más, pero claro se les acabaría su mínita de oro, según sus palabras.  
Cuando llegamos al estacionamiento la señora que llegó antes de nosotros quiso facturar su estancia, reímos un poco. Misma dinámica yo veo el contexto previo, que en esta ocasión consistió en llenar un formulario y pagar por su acta de nacimiento, mientras él hacía cola; cuando llegué a la fila una señora me dijo que estaban a punto de quitarlo por no haber pagado, mi abuelo la miró con ojos asesinos.
La encargada de expedir el acta de nacimiento dijo que el acta no podía ser impresa porque el nombre no estaba escrito de manera correcta, teníamos que esperar a la coordinadora, la cual por supuesto no se encontraba. Esperamos, una señora pidió un acta para su hijo Sansón y un señor fue por tres actas de defunción o nacimiento de personas muertas o nacidas hace cien años, cuando la coordinadora tomó el acta, tomó los papeles de 4 personas más y partió.
Al volver le murmuró a la cajera "El nombre está bien, así se llama su padre no es Acisdo es Acisclo", los datos fueron cambiado y al fin el problema del acta se terminó. De regreso al estacionamiento le comenté el precio de la licencia de cinco años y cayó en cuenta de que no comentaba con suficiente dinero para pagarla, hacían falta poco menos de doscientos pesos, sugirió regresar a su casa, sugerí regresar a la mía, fuimos a la mía.
Mis perras le ladraron desde que llegamos hasta que nos fuimos a pesar de que lo conocen desde que las tenemos. Regresamos a la policía la cual está a otra media hora, al llegar al centro de convenciones ya llevábamos seis horas intentando conseguir su licencia de conductor, sacamos copias de requerimientos insospechados y otra del acta de nacimiento porque no correspondía a la original que llevábamos a pesar de tener los mismos datos.
Todas las personas que nos atendieron fueron mujeres, la mayoría malhumoradas, pero la última revisora es especialmente fea y desagradable, preguntó cuatro veces por datos que tenía en sus manos y cuando por fin llegó la parte de las correcciones no estuvo dispuesta a cambiar el dato porque eso no salía en la licencia, ¿y sí ese dato no sale en la maldita licencia, por qué chingados lo preguntan?
Tocó el turno del examen médico, el cual consistió en un interrogatorio y un examen de la vista en el cual detectaron que tiene debilidad visual en el ojo derecho por lo que cambiaron su licencia por una de tres años.
-    Abuelito, al señor que iba antes de nosotros le dijo el otro que atendía que con cualquier otro documento se podía verificar el nombre de la licencia.
-    ¿Ah sí?, ahorita que lleguemos vamos a comer pavo, ¿te gusta el pavo?-Intenté recorrer el camino a su casa lo más rápido posible, me recordó los baches que tenía que evitar y las calles en las que tenía que doblar por veinteava vez.
Mi abuelo crio una familia de cuatro, fue maestro de primaria, maestro de secundaria, director, inspector, administrador de un rancho, presidente municipal y lo mandaron a Coahuila en sus veintes. Actualmente dos de sus hijas habían vuelto a vivir con él, una con una hija, aun cuando todos sus hijos obtuvieron una casa reglada por él.
Por la vida que llevó y lleva, según yo, tiene derecho de quejarse de todo lo que se ocurra, tiene derecho a quejarse de todo lo que la sociedad o su familia directa no le recriminaría, a pesar de no tener argumentos válidos, mi abuelo es la mejor persona que he conocido y conoceré.
-    ¿Oye Memo que te dijo el de la policía?
-    No me lo dijo a mí, se lo dijo a un señor, era posible rectificar el problema del nombre del nombre con comprobante de domicilio.

-    Esos hijueputas, te lo dije, los de la policía siempre buscan cómo joderte, siempre me lo hacen, la anterior vez fue lo mismo...

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...