Abandonado antes de empezar mi proyecto de
aprender a escribir con la
mano izquierda, me esforcé en poder llegar a conocer los límites en los cuales
la autocomplacencia encontraba el fin de su producción de endorfinas.
Al ver que tal vez ese límite no
existía y que buscaba en un callejón sin salida me puse a pensar en una forma de acabar con el
aburrimiento característico de mi vida. Nunca se me ocurrió.
Un día tuve la oportunidad de ir al puerto con personas no gratas
excepto una, para la cual yo no era grato. Después de perder en repetidas ocasiones jugando
basquetbol y ante la mirada
idiota de pueblerinas sentadas en un kiosco decidí retar a la autoridad tomando una bebida
no alcohólica que lo pareciera.
Un oficial me instó a tirarla dada la
ilegalidad aparente de mi proceder, mis pocas ganas de entrar en consideraciones
con un oficial un tanto estúpido me
hicieron acatar sus ordenes.
Decidí dar un paseo por el malecón
tomando fotos de chilangas que querían parecer gringas al hablar en inglés,
pensando en el porqué del calor y la escasez de niñas bonitas la vi.
Ahí estaba, rodeada de gente como
siempre, algunos kilos de más descansaban en sus pliegues pero no eran
demasiados, mi vieja obsesión de la secundaria, a la cual tirara una piedra
accidental en la cabeza, ahí estaba.
Pensando en que hacer me
golpeé la cabeza con un buzón para después resbalar en un charco de cerveza.
Al
despertar recordé que había llegado ahí acompañado, pero ya no me importaba,
noté que me sangraba la cabeza, sin embargo, seguí caminando.
Siempre me había preguntado como era
ella, pues aunque pude haber hecho y tenido todo jamás hice ni tuve nada, por idiota,
pequeño, orejón no lo se, bueno si lo sé, pero no se oye bien.
El caso es que al llegar a ella con
los ojos a medio abrir y
con sangre por toda la cara sus amigas corrieron, pero ella no (estaba de
espaldas).
La saludé y la invité a ver transformers,
ella no me saludó y sólo
dijo no.
Vimos transformers llámalo suerte, un
milagro, brujería vudú, etcétera, el
caso es que pasó.
No vi la película, preferí verla, ver sus pómulos rellenos
y sus manos llenas de cara salsa de palomitas. No dije nada.
Al llegar a su casa comimos 7 pedazos
de pizza y vimos el noticiero de las 10 y de lo que nunca me hubiera imaginado
me di cuenta, “era aburrida” tanto o más que yo. Para un idea más concreta
estuvimos hablando tres
horas acerca de la capacidad de Dios de comerse un burrito tan caliente que ni
él pudiera comer. Después de pasar por Guillermo de Ockham, Descartes, Habermas
y Chespirito decidí besarla para que se callara. El beso duró un minuto, acto
seguido me golpeó.
No fue una cachetada ni un pequeño
puntapié, fue como un golpe de Tyson, no sé como golpee ese muchacho, pero debe
estar muy cerca.
Dos horas y medio litro de sangre después llegó la ambulancia que
pidió. Necesité de 7 puntadas y fue ahí donde me enteré de mi hemofilia debido
a mi ascendencia real… bueno eso no es
cierto.
El caso es que después de ese suceso
no la llamé aunque pude y tuve las ganas, a veces hay cosas que simplemente no
repites, como comer pastel con salsa cátsup.
Para los que quieran saber como
ladraba mi perrita Atenas, ahí les va:
Wawarawarara…u waf…wafwaf. Y se repetía varias veces
3 comentarios:
un amigo me linqueo a este blog me dijo que tenia buenos escritos pero no jodan esta madre es mas fuerte que el valium casi me duermo precaucion lectores no lean este blog y manejen xDD
Pues que buen amigo debe ser ese amigo tuyo, suerte brother.
Sí, es muy buen amigo, no como ciertas personas falsas y huecas que se dicen amigas y al final no cumplen.
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