Te amaba transparentemente, detrás de un velo que el viento
hubiera desgarrado de haber tenido la suerte de soplar cuando conocí el lunar
de tu labio superior.
Era sencillo deambular y olvidar quien soy, qué me define y
quién eres. Eras sólo un recuerdo que nunca tuve, un fantasma sin leyenda, una
escultura que la falta de imaginación o el deseo sin consumar dejó sin autor.
Algunas veces era difícil creerte, etérea, inalcanzable e
improbable. Danzas en alturas inconmensurables, prohibitivas para el que en
montañas se ha encerrado y sin ganas de salir ha olvidado admirar tu sonrisa y
disfrutar de tu compañía.
Dedicado a quien nunca lo leerá.
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