Desde que te conocí, supe que nunca nada volvería a ser
igual. No creía en el amor a primera vista pero todo cambió cuando apareciste
en mi vida; aunque en algún momento llegué a pensar que no éramos el uno para el otro, conforme te fui conociendo
más y más, mi amor creció rápidamente, como un incendio que pronto había
consumido mi interior. Al principio tuvimos problemas, es normal, éramos
jóvenes y cada quien tenía sus fallos, pero ahora con el paso de los años te
has vuelto perfecta para mí y cuando estoy cerca de ti, mi corazón palpita más
rápido, mis manos sudan, mis pupilas se dilatan y siento una felicidad
indescriptible. El tiempo contigo pasa volando y sin ti los segundos son
infinitos. Pero ahora no estás conmigo.
Aquel domingo me desperté temprano y fui corriendo a comprar
mi torta de cochinita, estaba cansado de tener que comer lechón porque llegaba
demasiado tarde pero esta vez fui precavido y puse tres alarmas. Valió la pena, ya
que cuando llegué me tocó la parte más tiernita y grasosa del cochino, el francés
estaba doradito y con la tapa mojada, era casi irreal. Súbitamente recordé que
estaba a punto de comenzar mi caricatura favorita así que la pedí para llevar y
me regresé corriendo para que no se enfríe. Llegué a mi casa y encendí el
televisor y con mi torta aún en la mano me tiré en el sofá para empezar a
comerla. Todavía tenía una sonrisa de oreja a oreja cuando me di cuenta que
había olvidado pedirla con chilito y que por el horario de verano el reloj se
debería haber adelantado, por lo tanto, en la tele solo estaban pasando los
créditos de mi caricatura que acababa de terminar. Eso fue más que suficiente para
arruinarme el día entero, ya resignado y sin nada que perder, procedí a cambiarle
de canal para tratar de sintonizar algo que haga un poquita más amena la desdicha
que sentía por ser siempre tan descuidado. Increíble que en 6 canales lo más
emocionante que encontré fue un programa que consistía en transmitir una banda
local tocando música tropical mientras una multitud de mestizas bailaban
alegremente con sus parejas en estado etílico. La verdad lo disfruté mucho y no
me arrepiento de nada.
La seguía extrañando.
Me levanté del sofá y pasé frente al espejo, mirándolo de
reojo cual mamey en un gimnasio, pero lo que vi me impresionó profundamente, únicamente
atiné a murmurar “ay cabrón” y en un fallido intento por reducir mi disonancia
le di media vuelta al espejo para que nunca vuelva a lastimar a nadie más. El
daño estaba hecho, así que por los siguientes 3 meses y hasta que mi trasero y
parte importante de mi sistema reproductivo se encontraban al borde del colapso
tuve como mejor amiga a mi bicicleta estática, pero eso es algo que no es
relevante en este momento, tal vez lo sea cuando intente procrear, pero por
ahora no. Nunca vi resultados. Tal vez fue por el hecho de que mi mamá le ponía
en secreto doble mayonesa a mis sándwiches para mantenerme “fuertecito” o
porqué únicamente me movía de mi sofá para cambiar de colchón, nunca lo sabré a
ciencia cierta.
Me pregunto cuándo estaremos juntos de nuevo.
Más tarde, ese mismo día, un amigo pasó por mi casa con su
balón, al verme dijo que estaba yendo a la canchita que estaba a la vuelta de
nuestra casa, porque se había armado la reta:
-Tráete tus guantes- dijo
-Nel, a mí siempre me ponen a porterear, están desperdiciando
mi talento- respondí
-Es que la neta en la portería la armas chido- dijo tratando
de convencerme, al principio no le creí mucho, sabía que en realidad no era tan
bueno, pero caí frente a su ingeniosa táctica.
Fuimos y al llegar vi que habían ido equipos de otras
colonias, se encontraban sentados esperando turno para jugar en nuestra cancha,
cosa que me causo enojo debido a mi naturaleza xenofóbica, así que traté de
intimidarlos diciendo: “El que pierda paga los chescos”. La estrategia dio
resultados en un principio, vi a varios alejarse en sus bicicletas, pero solo
para descubrir que volverían con refuerzos y dinero. Después de lo que fue una
legendaria batalla que será recordada por siglos en los anales de la historia,
fuimos derrotados y tuve que pagar la parte de todo mi equipo por bocón.
Pronto volveré a ti, lo sé.
Al regresar a mi casa cansado y derrotado, puse en el
estéreo mi cassette favorito, porque
soy de la vieja escuela y porque no me alcanzaba para el cd, me metí a bañar
olvidando calentar mi cubito de agua. Al salir encendí mi computadora y traté
de conectarme a internet pero no lo
logré, jugué dos partidas de buscaminas y lo reintenté, de nuevo nada.
-Mamá, mi hermana lleva horas en el teléfono, ya me harté,
la voy a desconectar- Tomé el cable telefónico y lo desconecte de la línea para
colocarlo en la computadora. Escuché la hermosa melodía que establecía la
conexión de la red.
Lo logré, estamos juntos de nuevo, aunque sea por un
instante.
Amor prohibido murmuran por las calles...
Amor prohibido murmuran por las calles...
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