sábado, 28 de mayo de 2011

Sonrisa verdadera


En la noche oscura se dibujan formas difíciles de comprender. No tiene la culpa el pez, todos tenemos que nadar.
Pasaba todo el día imaginándome como se vería su boca cuando por un descuido se le manchara al comer espagueti. Algunos años habían pasado pero yo siempre la sentí muy cerca, más cerca que lo que la gente a mi alrededor hubiera querido.
Sí, ya sé que una vez entró al concurso de comida y se comió un filete de cinco kilos y de tomar pidió albóndigas.
¿Te conté?, no me acordaba, pero creo que no te conté del día en que nos deslizamos…
Con botellas aplastadas a manera de zapatos en un ducto de agua, sí, cabrón, ya me lo contaste, me lo cuentas cada vez que pasamos por el puente.
Es que nunca la viste, ella era como…
Como un día de perfecta buena suerte.
Qué molesta eres cuando quieres ser molesta.
Si era tan buena, ¿por qué te dejó?
Pues mira… no le dejé otra opción.

Era el principio del verano de 1993 y yo la esperaba como siempre en un café. O sea, yo siempre la esperaba, nunca íbamos a cafés. Yo era demasiado neurótico en lo relacionado con las drogas, siempre pensé que sería un perfecto drogadicto si hubiera tenido más dinero.
Ahí estaba ella, peinada pero no tanto, tropezando como siempre al entrar a un lugar nuevo. Hablaba con un payaso que acababa de conocer, estuve a punto de pararme para ver qué pasaba pero pensé que si me paraba perderíamos la mesa, como la vez que fui a comer nachos y al levantarme a buscar el refresco desaparecieron mis nachos y una señora que no sabía nada sentó en mi silla a un niño muy feo.
¿Quién era ese tipo?
Ni siquiera me saludas y ya quieres respuestas me dijo sonriendo. Su sonrisa era para mí una de las tres sonrisas verdaderas que existían en el mundo, la segunda la tenía Michael Jordan.
Perdón por alguna razón temblaba de nerviosismo, siempre me pasaba al ver su cara estrictamente simétrica.
Jaja tú siempre pidiendo perdón, deja esas palabras a los octogenarios que han vivido lo suficiente como para no poder corregir sus errores.

Siempre fuimos muy directos, siempre que nos saludábamos usábamos una frase distinta y teníamos un estricto código de vestimenta que solo incluía ropa que no costara más de cincuenta pesos.

¿Cuántas chupadas para el centro de una tutsi pop?
Yo creo que depende de mi humor y la estación del año.
Yo nunca aprendí a hablar, siempre le hacía preguntas esperando que alguna pegara y ella continuara la conversación. Al principio todas nuestras “conversaciones” consistían en intercambiar datos curiosos de animales. Una vez me contó cómo fue su primera entrevista de trabajo.

No me importa meterme al monte, me definiría como una mujer audaz con tendencia leve a la procastinación.
Señorita, la pregunta fue qué piensa de la ley laboral actual.
Si no le contesto es porque no me interesa lo que me preguntó y pensé que el dato le sería útil.

 A veces pasábamos horas intentando deducir la historia de las personas en el parque mientras ella les regalaba dinero a drogadictos que hacen pulseras de mala calidad. El día que presentamos el último examen de etimologías fuimos a la iglesia y después nos sacaron por besarnos.

Puedo cambiar, pero no traje mi morpher.
No necesito que cambies, esto acabó, podemos ser amigos.

La tercera sonrisa verdadera probablemente la tuve yo mientras su sangre escurría por mis manos.

martes, 10 de mayo de 2011

Malentendido

Estábamos los dos tendidos en el parque después de tomar unas caguamas en latas de Jumex, cuando pasó una chava muy bonita y dijé:
-Ya viste a esa vieja, esta rica.
-See, aguanta.
-¿La seguimos?
-Nah, que hueva, he visto mejores.
-¿Y que quieres hacer güey?
-Nada, tengo un pedo atorado, casi no puedo caminar.
-Jaja que finura.
-Ya sabes bistec, pero así me amas.
-La neta
-¿En serio?
-Seeee, ya déjame
-Dame un beso
-Ay pinche Mariana otra vez con tus mamadas, ya ves porque no me gusta tomar contigo…

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...