miércoles, 10 de abril de 2019

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí?
¿Recuerdas nuestros días bajo el sol? 
¿Sientes un hoyo en el corazón? 
Al ver hacia adelante ¿encuentras el principio? 
Al vislumbrar el principio ¿se te olvida el camino? ¿Hay tiempo? ¿Nos queda tiempo? 
¿Se te ocurre compartir una torta alguna vez cuando pasas junto a los caballos? 
Cuando te mojas ¿te acuerdas? 
Si te acuerdas, ¿no tiemblas? 
Si tiemblas, ¿no te falta un abrazo? 
Si te falta un abrazo ¿no se te ocurre un recuerdo? Del recuerdo,  ¿no nazco? 
Y si en la oscuridad te encuentras ¿no se te ocurre pensar en mí?

domingo, 29 de abril de 2018

¿Por qué será?


Se sentaba viendo a la pared tratando de recordar algo que nunca pasó, que había parecido en algún momento que pasaría, pero en realidad la gente cercana a la serie de eventos nunca imagino la posibilidad de su ocurrencia; habían pasado ya diez años y el tiempo se llevó algo de su memoria, pero no esa idea falsa.
De niña pasaba sus fines de semana en la biblioteca municipal, lugar extraño y romántico, con empleados malhumorados al que acudía un loco con extensos pliegos de papel a apuntar números y encerrar algunas series, yo alguna vez le dije que el tipo estaba loco, pero ella les tenía fe a los desconocidos. 
Su familia se componía de mujeres bonitas que comían demasiado y que conocieron en general a hombres muy feos con quienes se casaron jóvenes, hecho del que se arrepentirían toda su vida. Pareciera parte del código genético que los pecados de los padres son inevitablemente cometidos por los hijos en un ciclo infinito dándole sentido a la frase de no hay nada nuevo bajo el sol.
En un verano de finales del año dos mil recibí un mensaje suyo después de años de no saber nada de ella. Siendo yo una persona muy distante y carente de empatía siempre me pensaba siete o nueve veces por qué una mujer me hablaría teniendo otros hombres y mujeres en su vida y careciendo yo de toda utilidad tanto monetaria como sentimental; aparentemente requería hacer un trámite cambio de datos del acta de nacimiento de su abuelo en el lugar original de registro y no quería ir sola.
Llevaría 5 o 7 horas llegar a la población y careciendo de vehículo tendríamos que pasar la noche allá. Me sorprendió la cantidad de riesgos que estuvo dispuesta a asumir para ir conmigo a la diligencia ya que para que yo fuera su acompañante una red bastante grande de mentiras tuvo que ser tejida para que cierto número de personas no se plantearan la posibilidad de que fuera yo el acompañante. Estaba acostumbrado al tipo de trato y francamente no me importaba mucho, sin embargo, me seguía planteando sus razones.
Acordamos vernos a media ciudad de distancia de la central de camiones para no levantar sospechas y tomar un taxi a una parada intermedia de la ruta en un poblado cercano. Llegó bien vestida, pero con zapatos cómodos, su cara redonda mostraba ojos hinchados y ciertas partes de su pelo indicaban que al menos al salir había dedicado tiempo a su pelo.
Durante los transbordos y gran parte del trayecto no hablamos más que lo que dos extraños compartiendo asientos contiguos hablarían, al ver que nada resultaría de esto como nada había resultado diez años antes me dormí por una o dos horas. 
Al llegar al destino insistió en ir a comprar dulces a un lugar a la entrada del pueblo playero, yo esperé en la entrada del establecimiento mientras miraba a un auto de lujo color gris.
Comimos los dulces mientras caminábamos al registro civil; ya en el recinto esperamos en la fila detrás de dos o tres personas para oír de la encargada decir que todo esto se pudo hacer en la capital, ella con rabia le reclamó, pero los dos sabíamos que estaba fingiendo.
-      ¿Puedes creerlo?, malditos, solo me hicieron perder el día, pero si nos apuramos podemos regresar hoy- me dijo indignada
-      Sí, eso creo- contesté algo distraído, mientras buscaba en el suelo alguna cosa que patear hacia la arena; alejándome un poco de ella dije en tono bajo - ¿por qué no me dices qué necesitas de realmente?
-      ¿qué?- dijo actuando sorprendida – ¿Yo?, nada, estás imaginando cosas-.
No contesté y seguí caminando de regreso al transporte, cuando de repente sentí que me su mano me alcanzó el antebrazo, y con su cara envuelta en llanto me dijo.
-      Lo volvió a hacer y nadie le dijo nada, nunca se arrepintió y todos me dicen que me calle y que no haga más grande el asunto, no sé qué hacer-
-      Lo siento mucho, realmente no sé cómo podría ayudarte- le dije visiblemente contrariado.
-      Ya lo sé y por eso te llamé a ti, sabía que no intentarías cambiar nada y simplemente escucharías.

Por primera vez supe y descubrí que en realidad no quería saber.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Belleza

Cuando hablo de belleza, no hablo de una expresión dura del fenotipo, aunque gran parte de ella lo es, sino de un conjunto de atributos que en su conjunto pueden provocar sensaciones de regocijo como pocas cosas lo hacen, tal vez en la posibilidad de evocar esas sensaciones se fundamente la existencia de profesiones con bajo valor instrumental como las artísticas.
En su primer y mejor disco (con mucho), The Killers incrusta una frase que podría alinearse muy bien con lo que estar en presencia de algo bello puede evocar:
“I look at you and smile because I’m fine”.
Con la edad el alcanzar el equilibrio hormonal nos priva de sensaciones intensas y el estrés del cúmulo de responsabilidades por atender evita tener experiencias tan fuertes como las de la adolescencia, de allá que muchos adultos sean drogadictos. Sin embargo, es posible encontrar algo de regocijo en observar u escuchar algo bello, no creo que esto pueda estar relacionado con acudir constantemente a strip clubs, pero tal vez sí o no, yo creo que no.
Otro dato curioso de la belleza, es que, en su mayor parte, está en la mente; así es, aunque nos duela, parezca ridículo, ilógico o antidarwinista. Podemos ver a modelos con gente horrenda porque seguramente hablan bien o por dinero, lo más seguro es que fuera por dinero, pero no siempre, mi tío y bisabuelo tuvieron mares de mujeres y son de las personas más feas que he visto.
Y como la belleza está en la mente, ésta puede arruinarse con la realidad. Uno puede creer estar enamorado con una idea toda la vida, pero la realidad puede matar todo sentimiento en semanas días o minutos ¿Cuántas veces la persona de nuestros sueños, quien anhelamos, seguimos, rastreamos, monitoreamos (bueno no todos), al hablar, mata todo incremento de flujo sanguíneo?


Alguien ya debe haber dicho que el único amor verdadero es el platónico, porque está basado en una idea vaga y por tanto perfecta que solo existe en nuestros desvaríos, que nunca se hace realidad, porque al hacerse realidad se convertiría en tan predecible que con el tiempo aburriría.

domingo, 16 de julio de 2017

Dos historias

En el mar colorado
En el mar los primos jugaban entre ellos, como diez o veinte güeros jugueteaban entre espinos sin zapatos en el norte de la península junto al mar cristalino a un lado del mar rojo de la sal. Primos y tíos tenían la misma edad y la memoria permitía en esos tiempos recordar todos los nombres que se escuchaban una o dos veces, los hombres se iban a secar sal y las mujeres cocinaban, planchaban y azotaban a los niños con sogas de fibra natural saturadas de agua cuando se portaban mal.
El calor, la falta de comunicación o películas barrera provocaron el crecimiento de las familias, donde las hermanas mayores eran las mamás de los niños después de los 3 años y las señoras atendían a los bebés. A pesar de la falta de tecnología los días no eran faltos de actividad, se improvisaban juegos de chácara pintando sobre el concreto con piedra caliza, se jugaba béisbol y cuando el sol empezaba a caer busca-busca para aumentar la dificultad.
Hay gente que dice que la magia existe, solo se fue de la ciudad, de esa manera en algunos juegos de repente niños mágicos completaban los equipos, era común oír historias como “me correteó el alux o me tuve que venir porque estaban tirando piedras”, casualmente esto ocurría en navidad, quizás porque los adultos diluían su sangre y estaba bien que los niños jugaran de noche esos días.
Algunas observaciones científicas provenientes de esos niños suenan interesantes para quien es parcialmente ajeno a esa atmósfera como:
·      Nosotros nunca fumamos hasta que vino esa chiquita de Mérida, o me tenía que subir la falda porque esa niña tenía cara más bonita que yo, pero nunca tuvo mi cuerpo (psicología o sociología).
·      Un día hicimos una palanca y empezamos a impulsar piedras, todo iba bien hasta que se nos ocurrió poner una botella de vidrio que se estalló en la puerta y le abrió un hueco en la cabeza a nuestro hermanito (física)
·      Me robé un pedazo de carne cruda, pero por mala suerte mi mamá me vio y eché a correr sin ver un clavo en el suelo que atravesó mi planta, sin embargo, el miedo me impulsó a seguir corriendo a pesar de la sangre que brotaba (medicina).
A mitad de la semana pasada, murió la matriarca de aquella familia quien impulsó a todos y cada uno de esos niños a alturas que jamás conoció, si descansa ahora es porque lo tuvo muy bien merecido.

El triste objetivo de la vida
Habían estado intentando pegarse por bastante tiempo ya, pero la falta de medios, lugares y ocasiones frenaban la satisfacción parcial de sus necesidades, y se dice parcial porque la urgencia había provocado que experimentaran todo eso que los matrimonios o uniones de humanos con más años anhelan porque lo tuvieron en sus veintes y lo perdieron con la rutina.
Rodaron algunas veces sin indumentaria cuando los dueños de las casas se descuidaron por más de veinte minutos, sin embargo, la programación celular y las horas de videos de prácticas similares consumidas por la mitad de la pareja interesada no eran suficientes para concluir con éxito la empresa y muchas veces acabó el ensayo en un incremento de frustración y algo de odio pasajero por los roces y la fricción acrecentada de superficies adherentes en el calor de más de 38 grados con solo abanicos de pie.
Después de muchos simulacros, la oportunidad vino con una salida por panuchos, que tal vez ocultaba un motivo secundario, tal vez los que salían buscaban una oportunidad en la soledad tanto como los que se quedaban. Al amparo de la oscuridad y la ayuda instrumental de dispositivos donados por el gobierno entregados por gente aleatoria en el centro de la ciudad, el objetivo se alcanzó entre gritos y falta de conclusión por ambas partes después de años de fallidos intentos.
Y si a alguna conclusión se tuviera que llegar, ellos podrían decir que existe cierto resentimiento contra Dios cuando el logro de una tarea que se antojaba imposible al principio llega a término, y la recompensa no resulta ser como la pulsión de la urgencia anunciaba cuando te indicaba que todas tus energías, o la mayor parte de ellas, deberían estar enfocadas a su satisfacción.



viernes, 7 de julio de 2017

Golazo

El uniforme se encontraba perfectamente acomodado en la cama desde la noche anterior. Tanto la camiseta color azul con franjas blancas como el short blanco estaban tan limpios como si de la primera puesta se tratase, y ambos despedían un agradable aroma a suavitel.  Las calcetas blancas también estaban impecables, sin ningún rastro de la tierra y el lodo de batallas anteriores, enrolladas cuidadosamente para no estropear el elástico y colocadas estratégicamente adentro de los tacos Nike Mercurial edición limitada idénticos a los que usa Cristiano, su valor era equivalente a una quincena completa de un trabajo más o menos bien remunerado en México. Además de eso en la maleta se encontraba lo faltante del kit para el gran partido: un par de espinilleras pequeñas para que no estorben al chutar y correr, una banda para el cabello, que aunque no es muy largo podría llegar a estorbar la visión durante algún cabezazo, vendas para los tobillos resentidos por jugar en campos pedregosos, donde el pasto crece solo en algunas pequeñas áreas durante la temporada de lluvias, un ungüento de árnica para los músculos fatigados o con dolencias, un balón número 5, una bomba y un niplo para inflarlo, una botella de litro de agua muy fría y otra botella con hielo, que había dejado en el congelador un día antes solo por si acaso, un desodorante de barra, la cartera con dinero suficiente para el arbitraje y lo más importante de todo, la credencial para poder jugar.
Tomé las llaves del auto, me despedí de mi novia con un gran beso en la boca y le dije “deséame suerte”, mientras me alejaba me despedí nuevamente diciendo adiós con la mano y justo antes de entrar al carro le grité “si meto un gol te lo voy a dedicar” mientras le sonreía. Conduje durante media hora en el periférico hacia la unidad deportiva que se encontraba del otro lado de la ciudad y durante el camino no podía pensar en algo que no fuera futbol, estrategias, jugadas, tiros, dribles, faltas, pases, centros, remates, goles, errores y tácticas posibles, estaba listo para el juego.
Fui de los primeros en llegar al campo, el profe nos citó a las 8:30 pero yo estaba ahí 15 minutos antes, bajé del auto con mi maleta y caminé a través del campo muy lentamente con dirección a una de las bancas, orgulloso de portar el dorsal número 10 del equipo, el número mágico. Al llegar a la banca comenzó el ritual de equipamiento, primero la pomada, luego las vendas, luego las calcetas viejitas, después las espinilleras y por último las calcetas nuevas y los tacos. Me levanté e inflé el balón un poco, para que quede a la medida y me puse a dominarlo en lo que llegaban los demás miembros del equipo, hice algunas dominadas, estiramiento y le mandé un mensaje a mi novia “Ya listo para el partido amor” seguido de una foto del campo en deplorables condiciones. Pronto empezaron a aparecer uno por uno los demás jugadores, algunos en bicicletas, otros a pie y otros menos en auto. Una vez que estábamos todos me dispuse a contar cuantos éramos: 14 hasta el momento, 11 titulares y 3 cambios, justo lo que necesitábamos. El equipo rival tenía a 17 jugadores en sus filas pero eso no nos intimidó en lo absoluto, los conocíamos bien, fue justamente contra ellos que ganamos la final de la temporada pasada. El último en llegar fue el árbitro, un personaje muy singular y bastante prepotente, no me simpatizaba en lo absoluto.
Se acercó al nuestro director técnico y dijo “el partido comienza en 5”,  todos nos levantamos de la banca y nos paramos en círculo alrededor del profe para escuchar la alineación. Era el momento de la verdad.
En la portería estaba Roca, en la defensa de derecha a izquierda iban Mena, Beto, Castro y Feo, en la media Chelo, Potro, Susano y Leñas y en la delantera el Turco y Rodri. Equipazo.
Mientras ellos ingresaron al campo a calentar yo me dirigí a la banca con los otros dos cambios, un poco frustrado por no participar desde un inicio. Sin embargo una vez que inició el juego, el enojo desapareció y comenzó el nerviosismo, durante toda la primera parte me la pasé observando calladamente, eventualmente platicaba con Porky, quien se sentó junto a mí,  él era el mas veterano del equipo y tenía una panza inflamada de tanto alcohol y comida chatarra, era él quien gritaba indicaciones desde la banca, incluso más que el profe. Casi al final del primer tiempo el Turco tuvo una oportunidad clarísima frente al arco pero la mandó por arriba. Porky se puso rojísimo y lanzó su zapato contra el suelo en una visible señal de molestia. Después de recogerlo me dijo en voz baja “tú deberías estar jugando en su lugar”, me limité a sonreír y encoger los hombros.
Para el segundo tiempo el profe realizó un movimiento, entró Dani por Chelo, quien estaba al borde de sufrir un infarto por el cansancio y su pésima condición física. Fuera de eso todo siguió igual. Conforme transcurría el tiempo miraba continuamente mi celular para ver los minutos restantes por jugar, tomaba sorbos de mi agua y movía impacientemente las piernas, moría por entrar al campo. Veía al equipo cansado y errático, especialmente al Turco. Al parecer el profe veía lo mismo y miraba reiteradamente a la banca mientras se frotaba la cabeza para que fluyan las ideas, luego regresaba su mirada al campo y movía la cabeza de lado a lado en clara señal de que no le estaba gustando nada el panorama.
Faltaban solo 15 minutos y el encuentro seguía empatado gracias a Roca, pero fue tanta la presión de los rivales y tan pobre nuestra respuesta que sucedió lo inevitable: Gol en contra. Era ahora o nunca, o se hacía un cambio o moríamos de nada.
¡Porky vas por el Turco pero ya, ya, ya! Gritó nuestro DT sumamente desesperado.
Mi sentimiento de impotencia fue indescriptible, pero mi reacción fue aplaudir y decirle “venga Porky a darlo todo”, le di una nalgada y seguí aplaudiendo. El Turco llegó a la banca cabizbajo sabiendo que no había hecho las cosas bien, pateó una botella con todas sus fuerzas y se sentó sin decir nada mientras miraba al suelo y se agarraba la cabeza con ambas manos.  En eso sucedió el milagro,  Dani anotó el empate en una gran jugada y nuestra alma volvió al cuerpo. Nos quedaban menos de 10 minutos para la hazaña. Y fuimos con todo por ella, sin duda lo lograríamos si seguíamos a ese ritmo, era cuestión de tiempo. Nadie quería llegar a los penales.
A esas alturas a mí ya no me importaba en los absoluto jugar o no jugar, faltaba tan poco tiempo que prácticamente tocaría el balón dos o tres veces a lo mucho, era más importante ganar, con o sin mí. Fue entonces que sucedió algo que recordaré el resto de mi vida: faltando menos de un minuto en el reloj Potro se llevó a dos rivales y sacó un misil que terminó incrustándose en el ángulo derecho, un verdadero golazo. De un salto me levanté de la banca y grité como nunca antes, un sentimiento de felicidad invadió mi ser. El árbitro tomó la pelota y silbó el final. Lo habíamos logrado, éramos campeones. Miré al cielo y levanté las manos en señal de agradecimiento. No hubo trofeo, ni nada por el estilo, el premio era en efectivo y serviría para una comida grupal.
Pasada la euforia, el técnico se me acercó y me preguntó:
-¿Y tú para que viniste con tu uniforme? Ya sabías que no ibas a jugar porque te expulsaron el partido pasado.
-Profe ya sabe que tengo que hacer la finta porque a mi vieja no le gusta que salga con los amigos ¿usted no va a ir un rato a la peda en casa de Beto? Yo disparo las caguamas.
Tomé mi celular de nuevo:
“Amor ganamos 2 a 1, metí un gol, iré un ratito a casa de Beto a festejar con el equipo, es algo tranqui, te quiero mucho”.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

El desierto

Aparecí en el desierto más plano que he tenido la oportunidad de percibir, los límites de aquel lugar eran insondables, sin nubes era imposible tener una sensación de espacio y el permanente crepúsculo el desvanecía la posibilidad de entender el tiempo.
Intenté por un tiempo notar algún movimiento estelar o el cambio de dirección en el viento sin ningún éxito. Podrían haber pasado años, meses o semanas, pero la sensación constante de sed y hambre no me habían matado, intenté acabar con mi vida, pero las heridas que me podía infligir solo tenían la profundidad suficiente para generarme dolor, pero no para acabar con el tormento.
A pesar de la falta total de alimento mis heridas sanaban sin dejar huella después de cierto tiempo, durante mi ofuscación inicial pensamientos suicidas y autodestructivos no me dejaron caer en cuenta que mi única manera de mantener mi sanidad mental estaba vinculada a esa suerte de castigo celestial que me impedía acabar con mi existencia, en esa penitencia yacía la posibilidad de llevar tener una idea del transcurrir del tiempo.
El crecimiento del tejido cutáneo era relativamente rápido por lo que heridas demasiado superficiales no permitían una apreciación precisa, sin embargo, la generación de la máxima profundidad de herida provocaba desvanecimientos incontrolables que siempre tenían como resultado el despertar con la herida a medio sellar.
Ignoro el tiempo que me llevo diseñar la grieta exacta, pero una vez generada y aplicada me permitió contar los siguientes 7 años y 2 meses. En ese tiempo empecé a dudar de mi memoria, mis horas de sueño eran extensas pero la generación de recuerdos de esos momentos era muy escasa, mi mente descargaba muy levemente la carga del día en generación de sueños, nunca sentía realmente un descanso efectivo.
A pesar del enorme tormento que me provocaba esta tortura interminable, nunca perdí la fe en recobrar mi vida anterior de éxito y comodidad, mi único incentivo para no perder la cabeza era que eventualmente esas caminatas interminables en el desierto me llevarían de nuevo a mi familia y a mis bienes materiales hasta que caí en la cuenta de que conmigo o sin mí el mundo avanzaría y que lo que había obtenido en este momento podría ya no valer nada. Cuando estuve dispuesto a olvidarlo todo apareció ante mí un ente que si intentara describirlo parecía estar hecho de luces moradas blancas y rojas similares a las que aparecen ante tus ojos cuando te los tallas, envuelto en una túnica negra se mantenía en pie gracias a una vara de madera.
Aparentemente sabía todo de mí y de mi circunstancia, me ofreció recortar el tiempo de mi deambular de manera proporcional a mi disposición de romper vínculos terrenales. Una vez elegido el vínculo, toda sensación y recuerdo del mismo se perdería, así como toda de evidencia de su existencia previa.
En el tercer mes del séptimo año, de acuerdo a este ser, me restaban 1033 años de camino para regresar al punto geográfico que me vio nacer, de manera que continuar con el camino tenía el mismo resultado final que dejar ir todo en ese momento pues al llegar los restos de mi existencia llevarían siglos de olvidados y la huella que podría haber dejado mi descendencia no estaba asegurada.
Después de pensarlo unos meses decidí que podía prescindir de todas mis propiedades, puesto que solo eran un producto de capacidad intelectual y física y aunque con dificultad, podría recuperarlas con el tiempo.
La entidad no apareció hasta un año después, en esta ocasión me informó que de tomar la decisión de eliminar todos mis bienes materiales mi camino se reducía a 1000 años y que nuestra próxima reunión tomaría lugar en 5 años. Los gritos y desesperación no parecían turbarlo en lo más mínimo, no existía un diálogo o negociación, la comunicación entre él y yo se daba a través del sondeo de mis ideas más repetidas, las cuales no cuestionaba sino simplemente sancionaba.
En aquel momento consideré estéril dudar de la palabra del ser, probablemente el génesis del comportamiento religioso de muchos inició en un momento de profunda soledad. Durante los siguientes años mi reflexión acerca de lo verdaderamente importante de la vida se intensificó para intentar probar la hipótesis de que la aparición del retraso entre apariciones del ser estuviera relacionada con una mala comprensión del mecanismo de escape del desierto.
Partí de la suposición de que el ser era imparcial con respecto a su planteamiento, que la comunicación de las reglas era meramente informativa, que éstas eran verídicas, hechas sin malicia y que eran permanentes en el tiempo y en el espacio, por último, asumí que la respuesta no estaba sujeta a la interpretación, sino que la solución del problema era única, de entenderse. Gran parte de mis suposiciones habían sido hechas previamente por miles de cuerpos religiosos que fallaron una y otra vez en la tarea de probar la existencia de algún poder divino, yo mismo intentaba encontrar un camino a la liberación a través de un ser de intenciones desconocidas.
El camino a la salida consistía en liberarme de todo vínculo terrenal, la respuesta no era tan sencilla como eliminar mis bienes inmuebles, la respuesta tenía que ver con algo más profundo que eso. Al analizar detenidamente el significado de un vínculo terrenal caí en cuenta que los vínculos con la tierra no son físicos sino mentales y aquellos están fundidos profundamente con nuestra manera de interactuar y percibir la realidad.
Al crecer entre la tierra y obtener habilidades intelectuales mediante la interacción con otros humanos en distintas instituciones, mi manera de percibir la realidad se modificó y es así como decidí, sin entrar en cuenta completamente, qué es lo indispensable, qué es lo necesario y concretamente qué es lo prescindible, dejando fuera lo que estaba casi completamente fuera de mi control que era principalmente lo relacionado con actividades dedicadas a la satisfacción de necesidad fisiológicas. Caer en cuenta que mis vínculos terrenales eran lo que me definían como persona me hizo concluir que el problema no tenía solución.
El decidir prescindir de toda mi estructura de valores, recuerdos y habilidades me haría libre, si esa era la respuesta correcta, pero también me haría inconsciente de todo el camino recorrido, al tomar esa decisión todo lo que me constituía sería eliminado, no estaba dispuesto a tomar esa decisión.
Me había llevado 4 años llegar a lo que yo llamaba la solución total del problema, la eliminación completa del yo, pero sus extremas consecuencias me impedían considerarla una opción. La reducción de 33 años daba cabida en mi mente a la posibilidad de soluciones parciales que redujeran el tiempo y me permitieran mantenerme consciente de quien era.
Decidí que ofrecer renunciar a mis habilidades y destrezas tanto físicas como intelectuales podrían tener un efecto grande en la reducción del tiempo, así que en los meses que me quedaban de tiempo antes de alcanzar la marca de cinco años me concentré en que esa idea ocupara la mayor parte de mis pensamientos. Mi razonamiento era que el ímpetu por triunfar me había conducido a desarrollar dichas capacidades y que, si éste se mantenía, eventualmente podría recuperar parte de ellas.
Mientras meditaba acerca de mi decisión apareció el ser aproximadamente en la marca de cinco años, mi conteo del tiempo no era para nada exacto. Por primera vez comentó acerca de decisión y no simplemente emitió una decisión acerca del tiempo restante.
“La idea de que existen soluciones parciales a los problemas es meramente humana y no tiene nada que ver con la orden natural de las cosas, una solución no tiene que ver únicamente con el resultado tangible de su ejecución, sino con el sistema que produce su deducción y el entendimiento del problema en sí.
Aunque se pueden obtener aparentes victorias a partir de enfoques simplistas, éstas solo lo son para las mentes carentes de conocimiento cuya existencia es efímera en relación al tiempo y el espacio.
No existen los atajos ni hay manera de engañar a la realidad, y la idea de que eso puede ser factible es la más tóxica que uno puede generarse. Aunque en tu mente existe la solución verdadera al problema, tu condición te ha impedido escapar de tu tormento, nuestra próxima cita será en 995 años”.
Una inmensa sensación de vacío inundó mi ser, la impotencia y la rabia que yo sabía eran sentimientos que no cambiaban para nada mi situación se habían apoderado de mí, había rozado el cielo y lo había dejado ir.



¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...