miércoles, 25 de agosto de 2010

Buena Fortuna

Después de un largo tiempo de estar dedicando mi vida a no hacer nada, por fin llego el día en que necesito descansar.
Todo comenzó cuando yo me encontraba caminando en el centro de la ciudad, el lugar más elegante que se puedan imaginar con toda clase de gente refinada y con buena educación, y me dirigía hacia mi paradero el cual está cerca del mercado (ahh dios mío, que hermoso lugar, no puedo recordarlo sin suspirar y sonreír con nostalgia), cuando un sujeto, al parecer drogadicto me escupió en el brazo derecho sin razón aparente, yo soy una persona muy tranquila semi-hippie que había abandonado la escuela unos años antes y prefiere evitar confrontaciones así que le dije:
-Oiga caballero, usted seguramente no se fijó que yo caminaba a su lado y me ha escupido en el brazo
- ¿Y?- me respondió groseramente el sujeto.
- No, nada disculpe la molestia.
Me gritó algo que me pareció un insulto así que quise golpearlo, pero aunque sabía que ganaría y también sabía que nadie se metería a ayudarle, no pude porque sentí que algo detenía mi puño, algo fuerte, solido como las heces de un estreñido; era la espalda de una mestiza la cual había golpeado como por instinto, lo cual me asustó mucho más que la vez que vi a mi abuela saliendo del baño, así que decidí tomar un camión e irme a mi casa cuanto antes.
El camino era largo, yo soy impaciente, el chofer un anciano miope, hora pico, centro de la ciudad, el calor y todas esas cosas molestas que uno recuerda en el momento en que está mas malhumorado como para ponerle mas emoción se hicieron presentes. Quería morir en ese momento, porque mi sobaco estaba más sudado de lo normal, pero entonces encontré una solución temporal: ignorar todo; no ignorar en el sentido de que haces de cuenta que no existen porque eso es difícil, mas bien ignorar en el sentido de que existen pero no te importa.
Al principio dio resultados, pero luego no podía controlarlo, lo aplicaba en todo; ignoraba a mis amigos, mis maestros e incluso a una tipa de esas que el pueblo llamaría "sabrosa" que decía quería ser mi novia, ese fue un grave error sabiendo que soy un sujeto que tal vez es de los calificados como poco agraciados por no decir adefesio.
Me sentía muy miserable después de eso, así que me autoflagelé con el cable de mi plancha. Luego decidí salir a caminar para pensar tranquilamente, después de todo a quien no le relaja caminar a las 2 de la mañana en una colonia del sur.
Al día siguiente decidí hablarle a la tipa de nombre Alejandra para ver si se podían arreglar las cosas asi que fui a un teléfono de monedas y deposité, segundos después me contestó un sujeto:
-¿Quién habla?-me dijo, al momento que pensé había perdido toda oportunidad.
-¿Se encuentra Alejandra?-dije tímido- Quiero hablar con ella de algo importante.
-¿Como de que cosa importante?-respondió intrigado, entonces pensé en colgar pero entonces habría perdido mi moneda y no soy rico para darme esos lujos así que continué con mi plan.
-Tengo que decirle que me gusta mucho y quiero que sea mi novia- ya no había marcha atrás
-¿Queeeeeeeeee?-me gritó el tipo y pude escuchar la saliva que rociaba el teléfono.
-Si lo que pasa es que... - no me dejó terminar mi oración.
-Si te encuentro te voy a matar desgraciado, no vuelvas a llamar a mi hija, no sabes que apenas tiene 6 años, ¿que clase de depravado eres tu?- fue entonces que descubrí mi error, era demasiado tarde, marqué a un número equivocado y no tenía más dinero.
Colgué y me rendí, fui a jugar futbolitos para ahogar mis penas; después de todo era bueno para eso y si eres bueno para algo porque no presumirlo, el caso es que jugué un rato mientras escuchaba buena música; como es natural cuando haces algo que disfrutas, el tiempo parece volar como tu cerebro después de fumar mota, así que cuando salí era de noche y no había camiones, tomé un taxi que me cobró muy caro y que tuve que pagar rompiendo mi cochinito, claro esta que no le reclamé por temor a ser golpeado, después de todo el buen hombre solo hacia su trabajo.
Al día siguiente me desperté pensando en que llevaba años sin estudiar y la verdad no quería hacerlo, simplemente no era lo mío, no encontraba una razón para aprender matemáticas o biología si sabía que tarde o temprano trabajaría para un sujeto que me exigiría cargar objetos pesados por 7 pesos la hora y todos seriamos felices, pero las cosas buenas no llegan solas, por lo tanto para cumplir mi sueño tenía que subir unos escalones laborales, así que empecé vendiendo periódicos, después vendí flanes, luego drogas e incluso llegue a tener un puesto como adivino, ya capacitado llené mi solicitud para cargador y fui al despacho donde me atendió un hombre gordo, que comía cochinita y cada que me hacia una pregunta me escupía cebolla masticada en la cara. Me preguntó varias cosas acerca de mis estudios, mis familiares, mi salud y mis preferencias sexuales, yo no soy un sujeto muy inteligente así que le respondí todo sin entender porque lo hacía.
Me dijeron que me llamarían en una semana, espere con impaciencia la llamada, era seguro que me quedaría... o prefería pensarlo ya que era eso o vender chicles por el resto de mi vida.
Por fin el teléfono sonó y contesté agitado.
-¿Aló?- dije tratando de parecer sofisticado
-Buenas tardes llamo de la empresa de cargadores "Hércules" ¿aquí vive Alejandro?- era un sujeto que tosió al terminar de decir esto.
-Si soy yo, para servirle a usted y a Dios- conteste rápidamente.
-Pues llamo para darle excelentes noticias...
-¿Tengo el empleo?-pregunté saltando de alegría.
-Pues verá usted nos pareció capacitado para el trabajo, tiene buena salud y nos cobra barato, así que efectivamente, tiene usted el trabajo, venga ahora mismo que es su primer día de trabajo...-no lo dejé terminar la frase, colgué el teléfono, salí a toda prisa y llegue ahí lo mas rápido que pude.
Me dijeron que podía empezar cargando las piedras más pesadas y depositándolas en el camión de carga, todo marchaba bien pero de repente solté una roca enorme sobre el tipo que me ayudaba a subirlas, por fortuna no murió, pero fui despedido en mi primer día de trabajo y casi lloré al momento de salir por la puerta trasera del negocio, el cual no solo era un trabajo sino que era mi plan de vida, mi máxima aspiración. Ya sin nada que hacer ni que perder salí a las calles cabizbajo, llegué a una avenida, intenté cruzar, escuché una bocina y pensé que era mi fin así que me desmayé.
Me despertó el tipo de la bocina, que era un panadero y sentí tanta vergüenza que preferiría que hubiera sido un tráiler de 22 ruedas y no un triciclo. Me levante, me sacudí la vestimenta y caminé hacia mi casa, pero vi algo brillante en el suelo, me detuve y me agaché, noté que era una moneda de 10 pesos, sonreí, la guarde en mi bolsillo y pensé "No entiendo porque siempre tengo tan buena suerte".

7 comentarios:

bonobo dijo...

al mal tiempo buena cara jaja, muy bonito cuento

Anónimo dijo...

Bravo, hermoso cuento! Has pesado editar como un librito con varios?

Gallo dijo...

Gracias por sus comentarios, y no, por el momento no he pensado editar un librito ya que no tenemos suficientes historias y escribimos solo por diversion. Esperen los nuevos cuentos proximamente.

Canela dijo...

No había leído este cuento hasta ahora y me gusta mucho! Es muy bueno :)

Nota: creo que se te escapan algunos acentos y comas de vez en cuando, el escrito sería mejor si los atraparas :)

Saludos, y sigan escribiendo!

Gallo dijo...

tienes toda la razón, perdón por las faltas de ortografía es que los escribo en el blog de notas y no el word asi que a veces no me doy cuenta cuando omito algunos acentos y comas por error. Gracias por el comentario, lo tendré en cuenta para el próximo cuento :)

Maricruz dijo...

Como es que... despues de hacer la llamada, no tenias dinero, pero fuiste a jugar futbolitos? XD y despues tomaste un taxi muy caro! XP

Gallo dijo...

fácil de explicar, cuando jugaba futbolitos solía pedir "reta" y dado que siempre ganaba no tenía que desembolsar un centavo y cuando tomé el taxi tuve la opcion de pagarlo cuando llegue a mi casa. Gracias por el comentario espero te sirva la aclaración.

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