domingo, 15 de noviembre de 2015

Mi maestro de Concreto

Las primeras palabras que recuerdo del Doctor Eric son “¿Quiénes están adelantando la materia un semestre?”, en ese momento alzaron la mano unas diez personas, luego preguntó “Quiénes están adelantando la materia dos semestres”, alzamos la mano cuatro o cinco personas en esa ocasión, “Les quiero decir que estadísticamente ustedes van a reprobarla”, eso fue el primer día de clase de la materia de Estructura y Propiedades de los Materiales, materia de cuarto semestre que yo llevaba en segundo por no haber llenado la encuesta de desempeño docente.
Nunca logré pasar un examen en esa materia, cuando presenté el primer parcial no corrí bien el punto decimal y tuve la repuesta dividida como entre mil, el ejercicio valía veinte puntos y había obtenido dos a pesar de tener todo el procedimiento bien. El examen sólo lo podíamos ver si íbamos directamente a la oficina del Doctor, él se limitaba a leernos las calificaciones una vez que ya las había procesado, yo no podía creer que había reprobado un examen al que le había dedicado tanto tiempo (para terminarlo, no para prepararlo), incluso teníamos unas muestras de exámenes pasados ¡Por Dios!.
Cuando llegué a su oficina el Doctor buscó por un momento entre la pila de exámenes el mío, su escritorio siempre estaba congestionado de libros y tablas de cálculo de proporcionamiento de concreto, a su izquierda tenía un libro el libro blanco de normas ASTM lleno de notas fosforescentes, atrás de él estaba un tablero de algo que creo era un juego de calabozos y dragones, además tenía tazas con lápices que no me dejaba usar, no fue sino hasta tres años después de este curso que yo sabría que él era un experto en concreto.
Al entregarme el examen le reclamé que si el ejercicio debería dar veinte puntos y yo había hecho el procedimiento bien entonces por qué sólo me había puesto dos, a lo que me contestó “A ver, ¿a cuánto está el dólar?” le dije diez pesos, “¿si te doy diez pesos me das diez dólares?”, sin pensarlo le dije que no “entonces no te puedo subir ningún punto”. No recuerdo bien si sonrío en ese momento, pero yo creo que sí, obviamente me sentí frustrado en ese momento, sin embargo, al ver la expresión de su cara entendí que lo que decía no solo era cierto, sino universal, las cosas son como son y no como queremos.
Para rematar me dijo “Eres como mis hijas, sé que saben, pero a la hora del examen no sé qué les pasa y así como te pasó ahora te va a pasar en el siguiente parcial” y así pasó.
Años después le confesé que tenía los exámenes y que de todas maneras nunca pude pasar,  dijo algo como que en la licenciatura se portan mal y hay que castigarlos. En octavo semestre después de adelantar muchas materias para nivelarme tuve la oportunidad de entrar a un curso de maestría que aceptaba como dos o tres alumnos de licenciatura “Durabilidad de concreto”, curso que era impartido por uno de los maestros más estrictos de la Facultad y que además iniciaba a las 8 de la mañana.
Realmente no recuerdo bien por qué entré al curso, al menos una de las razones tenía que ser una venganza personal, en la ocasión anterior había aprobado el curso con el Dr. Eric solo por las tareas con un deshonroso 74. Fui a todas y cada una de las clases, estudié antes de cada clase las notas del curso y fui de los más altos en los exámenes, no recuerdo si hubo alguien mejor, pero eso nunca me interesó la lucha no era con los demás sino conmigo mismo, en algún punto del camino quise hacer una tesis relacionada con el concreto y el único que podía asesorarme era el titular de la materia.
Varias veces mis citas con el Dr. Eric fueron canceladas por motivos que nunca me explicó ni le pedí que me explicara, yo simplemente seguí persistiendo. En la primera junta que tuvimos me dijo “¿Para que quieres hacer una tesis, no hagas tesis, te vas a atrasar?” y si me atrasé, pero no me arrepiento, en el casi año y medio que estuvimos trabajando varias veces me dijo haz lo que acordamos desde el principio y yo le decía pero ya tengo todo listo para el otro experimento a lo que él siempre contestaba y ¿qué esperas para empezar a hacerlo?.
Iniciamos trabajando él, un muchacho de maestría y yo, seis meses después se fue el muchacho de maestría y mi proyecto absorbió y amplió lo que ya no quiso hacer aquel muchacho que luego saldría en el periódico en una nota relacionada con la venta de terrenos a precios inflados la cual podía ligarse hasta un gobernador corrupto de tabasco.
Nunca me dijo que no cuando de trabajo se trataba, aprendí a medir la resistencia a la polarización lineal, resistividad y velocidad de corrosión de probetas expuestas al medio ambiente, a medir la concentración de cloruros por digestión ácida, a caracterizar agregados, y a medir propiedades en estado fresco y endurecido del concreto. Trabajé en el diseño de mezclas para no sé cuantos concursos de concreto, hicimos una regresión lineal para predecir la resistencia a compresión de una mezcla de concreto conociendo sus ingredientes, medimos la absorción inicial de los agregados y trabajé en el diseño de mezclas de otros trabajos de tesis.
Siempre que perdíamos en un concurso yo iba muy triste a decirle que de nada servía todo el trabajo que hacíamos y siempre encontraba una manera de animarme. El Dr. Eric no era de esos maestros que se sentaban contigo a preguntarte cómo te sientes o de las que se sientan a llorar contigo tus derrotas, su enfoque siempre fue distinto, siempre analítico, siempre era qué nos faltó, cómo podemos mejorar, ya sabemos esto ahora ahora hay que probar esto.
Conforme fue pasando el tiempo nuestra relación fue cambiando y creo que a pesar de todo el respeto que siempre le he tenido, lo podría considerar más que un maestro, mi amigo y no sé, nunca imaginé que en algún momento no iba a estar allá para apoyarme con mis dudas, para recomendarme libros, para decirme que no me desanime y que le eche ganas, aún cuando me fui a vivir muy lejos para continuar mi educación según sus recomendaciones siempre tuve la esperanza que algún punto del futuro trabajaríamos juntos de nuevo por el bien de nuestra sociedad. En parte pensaba en eso por la inmadurez que te hace dar las cosas por sentado, a pensar que las montañas no se erosionan y que los ríos no se secan.
Dos semanas antes de su fallecimiento estuve preguntando un día sí y un día no, cuándo sería un buen momento para hablarle, no lo hice y ya nunca podré hacerlo. El momento en que supe que había dejado de existir solo podía pensar en la injusticia, sentí oprimido el corazón y un gran peso encima de mis costillas, pero no dejé de trabajar porque sé que eso es lo que él hubiera querido, sin lugar a dudas.
Ya después de haber pasado el shock, medité un poco y pensé, “El Dr. Eric se retiró en su mejor momento como el Finito López, tenía una bonita familia, era miembro de no sé cuántos comités, Director de la unidad de Posgrado de la Facultad, miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 2, acababa de graduar a su primer alumno de doctorado y así podría seguir, no se retiró como un jugador en la banca, se retiró miembro del once titular”.
Aún así de vez en cuando pienso que él todavía está Mérida, medio durmiéndose como a las 10 de la mañana en su oficina o discutiendo en la de a un lado con sus tenis Converse, esperando a que yo regrese para que ya tire todas esas vigas que sobrecalenté en el horno y todavía quitan mucho espacio en el laboratorio.

Ing. Guillermo Hernández Carrillo

Sherbrooke, Quebec, Canadá a 15 de noviembre de 2015.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Siempre será un pueblo

Con el perdón de todos los afincados ahí, si es que este texto llegara a ser ofensivo para alguno, ya sea de nacimiento o por adopción, para un servidor lugares como Umán, Kanasín, Oxkutzcab, etcétera, siempre serán pueblos.
El medio de transporte de primera elección es el tricitaxi o mototaxi, los cuales ya incluso son regulados por la comuna permitiendo que se tengan reglamentaciones que permiten estandarizar el servicio y tener un control para evitar un número de dolores de cabeza menor en comparación con el inicio de operaciones del mismo.
La gente mayor, milenaria, se ve desgastada sin embargo en su rostro siempre es posible apreciar un gesto apacible, como el de aquel que ha cumplido con su objetivo en la vida, sea esto cierto o no.
Frente a la planta en la que me desarrollo laboralmente están las rieles del tren y todos los días al desfilar los vagones la gente lo ve y en su mirada se adivina la memoria de un pueblo que ha visto en innumerables ocasiones el vaivén del acero sobre las rieles.
Pero lo que más me convence de su inalterable estado de pueblo es el sabor de su comida, uno puede degustar la más exquisita comida en algún lujoso restaurante de una gran metrópoli, sin embargo el sabor de la cocina de pueblo siempre será el paradigma de su tradición, viven en su olor y sabor, tristezas, iras, romances y alegrías. "Sabe a pueblo", sabe a costumbres, a tardes calurosas tomando el fresco en la terraza, a infancias un poco más inocentes, a deseos de ser algo más, a paz pese a la violentas épocas actuales.
Para mi siempre serán pueblos, si su alimento me brinda tranquilidad y el afamado "mal del puerco".

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...