Las primeras palabras que recuerdo del Doctor Eric
son “¿Quiénes están adelantando la materia un semestre?”, en ese momento
alzaron la mano unas diez personas, luego preguntó “Quiénes están adelantando
la materia dos semestres”, alzamos la mano cuatro o cinco personas en esa
ocasión, “Les quiero decir que estadísticamente ustedes van a reprobarla”, eso
fue el primer día de clase de la materia de Estructura y Propiedades de los
Materiales, materia de cuarto semestre que yo llevaba en segundo por no haber
llenado la encuesta de desempeño docente.
Nunca logré pasar un examen en esa materia, cuando
presenté el primer parcial no corrí bien el punto decimal y tuve la repuesta
dividida como entre mil, el ejercicio valía veinte puntos y había obtenido dos
a pesar de tener todo el procedimiento bien. El examen sólo lo podíamos ver si íbamos
directamente a la oficina del Doctor, él se limitaba a leernos las
calificaciones una vez que ya las había procesado, yo no podía creer que había
reprobado un examen al que le había dedicado tanto tiempo (para terminarlo, no
para prepararlo), incluso teníamos unas muestras de exámenes pasados ¡Por Dios!.
Cuando llegué a su oficina el Doctor buscó por un
momento entre la pila de exámenes el mío, su escritorio siempre estaba
congestionado de libros y tablas de cálculo de proporcionamiento de concreto, a
su izquierda tenía un libro el libro blanco de normas ASTM lleno de notas fosforescentes,
atrás de él estaba un tablero de algo que creo era un juego de calabozos y
dragones, además tenía tazas con lápices que no me dejaba usar, no fue sino
hasta tres años después de este curso que yo sabría que él era un experto en
concreto.
Al entregarme el examen le reclamé que si el
ejercicio debería dar veinte puntos y yo había hecho el procedimiento bien
entonces por qué sólo me había puesto dos, a lo que me contestó “A ver, ¿a
cuánto está el dólar?” le dije diez pesos, “¿si te doy diez pesos me das diez
dólares?”, sin pensarlo le dije que no “entonces no te puedo subir ningún punto”.
No recuerdo bien si sonrío en ese momento, pero yo creo que sí, obviamente me
sentí frustrado en ese momento, sin embargo, al ver la expresión de su cara
entendí que lo que decía no solo era cierto, sino universal, las cosas son como
son y no como queremos.
Para rematar me dijo “Eres como mis hijas, sé que
saben, pero a la hora del examen no sé qué les pasa y así como te pasó ahora te
va a pasar en el siguiente parcial” y así pasó.
Años después le confesé que tenía los exámenes y
que de todas maneras nunca pude pasar, dijo
algo como que en la licenciatura se portan mal y hay que castigarlos. En octavo
semestre después de adelantar muchas materias para nivelarme tuve la
oportunidad de entrar a un curso de maestría que aceptaba como dos o tres
alumnos de licenciatura “Durabilidad de concreto”, curso que era impartido por
uno de los maestros más estrictos de la Facultad y que además iniciaba a las 8
de la mañana.
Realmente no recuerdo bien por qué entré al curso,
al menos una de las razones tenía que ser una venganza personal, en la ocasión
anterior había aprobado el curso con el Dr. Eric solo por las tareas con un
deshonroso 74. Fui a todas y cada una de las clases, estudié antes de cada
clase las notas del curso y fui de los más altos en los exámenes, no recuerdo
si hubo alguien mejor, pero eso nunca me interesó la lucha no era con los demás
sino conmigo mismo, en algún punto del camino quise hacer una tesis relacionada
con el concreto y el único que podía asesorarme era el titular de la materia.
Varias veces mis citas con el Dr. Eric fueron
canceladas por motivos que nunca me explicó ni le pedí que me explicara, yo
simplemente seguí persistiendo. En la primera junta que tuvimos me dijo “¿Para
que quieres hacer una tesis, no hagas tesis, te vas a atrasar?” y si me atrasé,
pero no me arrepiento, en el casi año y medio que estuvimos trabajando varias
veces me dijo haz lo que acordamos desde el principio y yo le decía pero ya
tengo todo listo para el otro experimento a lo que él siempre contestaba y ¿qué
esperas para empezar a hacerlo?.
Iniciamos trabajando él, un muchacho de maestría y
yo, seis meses después se fue el muchacho de maestría y mi proyecto absorbió y
amplió lo que ya no quiso hacer aquel muchacho que luego saldría en el
periódico en una nota relacionada con la venta de terrenos a precios inflados
la cual podía ligarse hasta un gobernador corrupto de tabasco.
Nunca me dijo que no cuando de trabajo se trataba,
aprendí a medir la resistencia a la polarización lineal, resistividad y
velocidad de corrosión de probetas expuestas al medio ambiente, a medir la
concentración de cloruros por digestión ácida, a caracterizar agregados, y a medir
propiedades en estado fresco y endurecido del concreto. Trabajé en el diseño de
mezclas para no sé cuantos concursos de concreto, hicimos una regresión lineal
para predecir la resistencia a compresión de una mezcla de concreto conociendo
sus ingredientes, medimos la absorción inicial de los agregados y trabajé en el
diseño de mezclas de otros trabajos de tesis.
Siempre que perdíamos en un concurso yo iba muy
triste a decirle que de nada servía todo el trabajo que hacíamos y siempre encontraba
una manera de animarme. El Dr. Eric no era de esos maestros que se sentaban
contigo a preguntarte cómo te sientes o de las que se sientan a llorar contigo
tus derrotas, su enfoque siempre fue distinto, siempre analítico, siempre era
qué nos faltó, cómo podemos mejorar, ya sabemos esto ahora ahora hay que probar
esto.
Conforme fue pasando el tiempo nuestra relación
fue cambiando y creo que a pesar de todo el respeto que siempre le he tenido,
lo podría considerar más que un maestro, mi amigo y no sé, nunca imaginé que en
algún momento no iba a estar allá para apoyarme con mis dudas, para
recomendarme libros, para decirme que no me desanime y que le eche ganas, aún
cuando me fui a vivir muy lejos para continuar mi educación según sus
recomendaciones siempre tuve la esperanza que algún punto del futuro
trabajaríamos juntos de nuevo por el bien de nuestra sociedad. En parte pensaba
en eso por la inmadurez que te hace dar las cosas por sentado, a pensar que las
montañas no se erosionan y que los ríos no se secan.
Dos semanas antes de su fallecimiento estuve
preguntando un día sí y un día no, cuándo sería un buen momento para hablarle,
no lo hice y ya nunca podré hacerlo. El momento en que supe que había dejado de
existir solo podía pensar en la injusticia, sentí oprimido el corazón y un gran
peso encima de mis costillas, pero no dejé de trabajar porque sé que eso es lo
que él hubiera querido, sin lugar a dudas.
Ya después de haber pasado el shock, medité un
poco y pensé, “El Dr. Eric se retiró en su mejor momento como el Finito López,
tenía una bonita familia, era miembro de no sé cuántos comités, Director de la
unidad de Posgrado de la Facultad, miembro del Sistema Nacional de
Investigadores Nivel 2, acababa de graduar a su primer alumno de doctorado y
así podría seguir, no se retiró como un jugador en la banca, se retiró miembro
del once titular”.
Aún así de vez en cuando pienso que él todavía
está Mérida, medio durmiéndose como a las 10 de la mañana en su oficina o
discutiendo en la de a un lado con sus tenis Converse, esperando a que yo regrese
para que ya tire todas esas vigas que sobrecalenté en el horno y todavía quitan
mucho espacio en el laboratorio.
Ing. Guillermo Hernández Carrillo
Sherbrooke, Quebec, Canadá a 15 de noviembre de
2015.