La semana había sido agotadora, durmiendo 4 horas al día,
incluidas las 2 durante los viajes en el camión, estaba al borde de ser
despedido y un perro acababa de intentar follar mi pierna. La vida
definitivamente no me estaba sonriendo en este momento, así que decidí
relajarme e ir a la "zona suave", que en realidad es el mueble donde
me siento a ver pornografía en VHS (para recordar mis raíces) y fumar cigarros
chinos mientras intento olvidar todas mis penas. No sabía que hacer para
entretenerme así que me quede viendo el techo y pensando en todas las horas de
mi infancia que desperdicié tratando de hacer un Kame-hame-ha, sin lograr nada
más que defecar mis trusitas de Batman en numerosas ocasiones ¡Oh Dios! ¿Porque
eres cruel con los niños?
Aún no logro entender como de ser un niño
inteligente, modelo de pies para Bubble Gummers (los zapatitos mas chavitos) y
que tuvo su primera novia cuando iba en segundo de primaria; llegue a
convertirme en el ser que ahora soy: sin aspiraciones ni metas, sinvergüenza, sin
dinero, sin pareja y llegando a una edad en la que pienso que cualquier dolor,
definitivamente se trata de cáncer. De pronto una idea pasó por mi mente: debía
salir a caminar. Caminé por las pintorescas calles de mi colonia, al momento
que una ligera llovizna caía sobre mí y refrescaba mi mente, era una lluvia
amable, sin otra intención más que alegrar un poco a los caminantes que
transitaban por ahí. De esas lloviznas que de verdad son buen pedo, sin
truenos, relámpagos, moscos, granizo y mamadas que solo joden a uno que ni la
debe ni la teme. Caminé bajo los árboles que goteaban sobre mi cabeza,
disfrutando los momentos hermosos que sólo la época de lluvia nos regala:
mujeres mojadas con ropa blanca, gordas resbalándose en las banquetas
y uno que otro vendedor de “nylons” aprovechando la ocasión. Decidí darme un
tiempo para divertirme y olvidar mis preocupaciones, ir a mi lugar favorito en
todo el mundo, un lugar donde nadie me juzga por mi apariencia, donde hay seres
más inútiles que yo y sobretodo, muchas mamás jóvenes y guapas; decidí ir al
Zoológico. Caminé sin rumbo por el parque y la pequeña laguna, pasé la
feria y el ranchito de animales de granja, pasé por el aviario y pisé la caca
de un pavo real, por un momento me enojé pero luego pensé "pudo ser peor, pude haber pisado la de una
gallina con manchas grises de esas que no vuelan".
Llegando a una banca decidí sentarme y
prender un cigarro "para tomar aire", acto seguido escupí una flema a
3 metros de distancia que cayó justo sobre un lirio de una fuente con aguas
turbias e hizo que un pequeño pez, al parecer un gupi, dé un brinco sobre la
superficie del agua salpicando a una hormiga que resbaló y cayó directo dentro
de la fuente muriendo ahogada, “vaya accidente laboral” murmuré y sonreí para
mis adentros; cuando de pronto se me acerco un tipo bastante peculiar, a
pedirme fuego. Era un sujeto extraño, ni gordo ni delgado, sexy, con barba de
candado, la voz ronca y cansada, como si hubiera fumado desde los 5 años. Al
principio me asusté un poco, pensé que me arrebataría la cartera o el celular
mientras metía mis manos a las bolsas buscando mi encendedor, pero por extraño
que parezca, eso no sucedió; en cambió lo tomó, prendió un cigarro sin filtro y
me dio las gracias, y, justo antes de darse la vuelta me preguntó:
-¿Cómo te llamas?
-Iván -le respondí algo titubeante, además de que este no
era mi nombre real, era el nombre que siempre usaba cuando platicaba con las
bailarinas del teibol.
-Iván ¿te gustaría un trabajo donde te paguen por ver y clasificar
películas para adultos?
-¡Pero claro hombre! -Contesté emocionado, este era mi ticket
dorado.
-A mí también, pero nunca tenemos lo que queremos -Dijo y se dio
la media vuelta, dejándome confundido y un poco desilusionado.
Después de ese extraño encuentro decidí que había sido suficiente
por un día, tomé un camión mientras miraba la ventana con melancolía, pensando
en mi última novia, a la que tuve, mantuve, entretuve, pero no le di; y que
ahora ya no tengo, ni mantengo, ni entretengo, ni mucho menos le sigo dando.
También pensé un poco en mi futuro, del cual no tengo un gran plan
a seguir, ya que tengo todas mis esperanzas en que los mayas acierten en sus
predicciones y no pasemos del 2012. Aunque no todo estaba saliendo de acuerdo a
mi plan de vida ideado a mis 7 años de edad, ya que tenía algunas metas sin
cumplir, como ser astronauta, ser bombero, ser piloto, ser estrella de rock y
tener todos los tazos de Pokemón; no todo era malo en mi vida, ya que por
alguna extraña razón yo normalmente me encontraba moderadamente feliz, puede
ser el hecho de que tenía buena salud, buenos amigos, un six en mi nevera o mi
pez "Ohm El Peludo II" se había recuperado de su herida ocasionada
por otro Betta; yo no podría decirlo.
Bajé en mi paradero y me dirigí a mi departamento, algo cansado,
pero dispuesto a terminar de leer el Condorito que había dejado a medias el
día anterior, abrí la puerta, encendí la luz y la laptop, como por inercia abrí
mi Facebook para ver a quien stalkearía el día de hoy; una vez seleccionada la
víctima, comencé a ver sus fotos, desde la más antigua a la más reciente,
cuando de pronto, se abrió una ventana emergente con el banner del bebé que
ríe, quise cerrarla pero apareció una más, diciendo que había ganado un iPad,
sonaron campanas cuando tenía mis audífonos a todo volumen, me espanté y
cerré la ventana del iPad tan rápido como pude, el bebé reía y reía, escondido
entre varias pestañas abiertas, al fin lo encontré y di click, ¡BUM! me dio
lag, el bebé seguía riendo y yo seguía dando clicks en la ventana que no
cerraba, un freeze a mi pantalla me puso los pelos de punta, el bebé por fin
cerró, todo había pasado, todo estaba bien; de repente me di cuenta y palidecí:
le había dado Like a una foto del 2008, todo se había ido al diablo.
Un minuto después del incidente, ella me habló por el chat:
-Que onda -dijo
-Hola
-¿Oye me estabas stalkeando verdad?
-Hmm, no, mira lo que pasa es que... -intenté pensar en un
pretexto pero era inútil- bueno, así que digas stalkeando, stalkeando, pues no,
pero si vi algunas fotos tuyas.
-Ok
-Ok
Ella me gustaba desde la prepa, claro, nunca lo supo, pero ahora
que lo sabía o al menos sospechaba, curiosamente mostró algún interés por mí,
platicamos ese día y al siguiente, al siguiente no, y otra vez al siguiente;
incluso fuimos juntos al cine una vez y al final nunca pasó a más, pero luego
anduve con una que tenía el mismo apellido así que fue una manera de cerrar el
círculo.
Un día, de pronto, decidí hacer una visita
a mis padres, por alguna razón tenía el autoestima muy alto y necesitaba
urgentemente que alguien me ponga los pies en la tierra, nadie mejor que mi padre
para esta labor. Apenas entré, mi mamá me dijo:
-Pareces pelota
-Si mamá, he estado mejor
-Con razón sigues soltero ¡Mira quien vino viejo! –vociferó, y mi
padre, dejó su periódico a un lado y se acomodó los lentes como para asegurarse
de que estaba viendo claramente.
-Jajaja ya estás bien porcino ¿Qué te panzó? –dijo mi papá, con un
tono algo despectivo.
-Pues me pasó que encontré un trabajo, abrí una cuenta de Facebook
y que se murió mi perro “Caralampio” con el que salía a correr al parque, eso
fue lo que me pasó.
-Pues que querías, era “malix”, te dije que te compres uno de raza,
esos duran más –contestó mi papá con un tonito muy desagradable
-Papá, ese perro lo adopté porque hay muchos perros sin hogar y lo
quería casi como a un hijo
-¿Si lo querías tanto porque mandaste al pobrecito a que le corten
las pelotas?
-¡Se llama campaña de esterilización!
-Te debí llevar a una cabrón.
Decidí callar, pedí un vaso de Pepsi y mi mamá me dio un vaso de
agua, “estás muy gordo” dijo. Fui a mi antigua habitación, observé que algunas
de mis cosas seguían en la caja donde las dejé, intactas, tal como estaban
cuando me había ido; tome una caja de zapatos donde guardaba mis revistas y
salí en silencio.
-Bueno tengo cosas que hacer, me voy –dije y mi mamá me dio un
abrazo.
-Cuídate ¿Cuándo regresas?
-No sé
-No te vayas a mamar –dijo mi papá.
-Ok
Al día siguiente volví a mi oficina, desvelado, pero con una
actitud positiva, que duró entre 10 y 15 minutos, cuando mi jefe me dijo “bájate
por los chescos” y yo, sin muchas opciones, sabiendo que mi despido estaba más
cerca cada vez, para conservar mi empleo no me quedo de otra que ir a la
máquina de refrescos del primer piso, y además bajando por las escaleras, para
mantener mis glúteos firmes.
Antes de regresar a mi casa decidí pasar una vez más al Zoológico
local, que me llenaba de paz y tranquilidad, reflexioné un poco acerca de eso, ya que no era muy clara la razón por la que amaba ese lugar; tal
vez soy un amante de la vida, tal vez me gusta ver a los animales enjaulados
para así sentir que tengo un poquito de libertad, tal vez cuando los veo me imagino
viviendo un mundo sin reglas o tal vez solo me gustan las tortugas. Para mí es
un misterio.
4 comentarios:
Yo igual utilizo ese nombre de ivan....
M frustre con lo del empleo :/
(Espero q esta vez si se publique)
Llegó en un gran momento, ese buscar del sentido en la soledad es algo por lo que paso ahora... pero aún así no ayudó mucho que digamos.
Gracias Bute, me da gusto que le hayas dado una interpretación.
Este es el mejor cuento del blog.
Publicar un comentario