lunes, 21 de julio de 2014

Cactus

Mi cactus ha muerto y yo no sé porque, tal vez lo regué demasiado y murió ahogado, o a lo mejor lo regué muy poco y murió de sed; a mí me gusta pensar que murió de vejez mientras dormía. Lo compré porque sabía que yo no era demasiado hábil o responsable para cuidar una mascota, así que durante días estuve pensando en un compañero fiel y silencioso, primero pensé en un pez pero esas porquerías se mueren si se te ocurre dejarle dos raciones de comida, así que descarté la idea de inmediato, de pronto se me ocurrió una idea brillante: Un cactus. “Esas cosas viven en las peores condiciones imaginables, sin agua ni comida, ni siquiera yo podría matarlo aunque así lo desee”.
Fui a una tienda de cactus y pedí el más feo y barato que tuvieran, no es que me gusten las cosas feas y baratas, es sólo que mi economía no daba para más y ahora que lo pienso hay algo raro, ya que toda mi vida he sido pobre pero nunca he podido acostumbrarme. El vendedor me mostró uno decrépito, con apariencia enfermiza y que parecía llevar muchísimo tiempo en venta, por cómo se veía no creo que alguien en su sano juicio hubiera querido comprar ese adefesio, el vendedor lo sabía y me dio un precio imposible de rechazar, es más, yo diría que lo adopté.
Era uno de esos cactus pequeños, con unas espinas muy poco intimidantes que más bien parecían una pelusa blanca, pero quería uno que pudiera caber en mi escritorio junto a mi computadora, que era el lugar donde me pasaba la mayoría del tiempo y ese me pareció perfecto para cumplir su cometido, no era la preciosa planta que el mundo estaba esperando, pero era mío y yo lo quería tanto como se puede querer a un ser inanimado o incluso más. Curiosamente después de haber vivido algunos momentos de alegría junto a mi cactus, dejé de verlo como aquel repugnante vegetal al borde de la muerte y comencé a verlo radiante, de belleza singular, diferente y especial. Me pregunto cómo pude ser tan descuidado para dejar morir a algo que, llegué a creer, estaba destinado a vivir eternamente.
Después de esto sentía un pequeño vacío en mí que creía debía ser llenado con otra cosa. Comencé una nueva búsqueda de algo que no sabía que era pero que tendría que ser diferente a lo anterior, claro que no saldría a buscar un nuevo cactus, sería como tratar de superar a una ex novia saliendo con su gemela.
A ella la conocí en una fiesta donde había cientos de personas, pero entre la multitud la observé y quede atónito con su cuerpo casi perfecto, de pronto ella volteó hacia mí y alcanzó a esbozar una sonrisa leve, yo volteé a ambos lados y atrás de mí para asegurarme que me había sonreído a mí y no a alguno de sus conocidos que se encontrara a mi alrededor, habiendo asegurado esto, devolví la sonrisa y ella sonrió aún más, pensé en sonreírle todavía más pero corría el riesgo de parecerme al guasón y eso podría asustar a mi presa.
 Me acerqué a ella lentamente tratando de no tropezar con nada, me abrí paso entre la multitud manteniendo contacto visual con mi objetivo, iba lento pero seguro, planeando un discurso de introducción corto y conciso, pensé que también podía ser gracioso, recordé que no lo era y me apegué al plan original, decirle “Hola ¿ya nos conocíamos de alguna parte?” yo sabía que no la conocía porqué sería incapaz de olvidarla, pero era una introducción sólida que podía dar paso a una conversación casual y que tal vez sea el inicio de algo bueno.
 Tenía ojos color café o tal vez miel, dientes blancos como de comercial de chicles, una nariz corta y perfectamente alineada y el cabello negro y ondulado se movía hacia todas partes por la brisa nocturna, la observé fijamente y por más que lo intenté con todas mis fuerzas solo pude encontrarle un defecto: era sobrenaturalmente fea. Como cagar parado. Era feísima, yo no entendía por qué sus rasgos faciales eran tan hermosos si se veían por separado pero que de verlos juntos formaban un rostro tan bizarro que hasta Picasso se hubiera tardado en buscarle forma.
Ella era divertida, inteligente y no escuchaba música de banda, y podía decir que hasta el momento, se encontraba interesada en mí. Platicamos un buen rato y bebimos hasta que comencé a verla no tan fea, ella se reía de mis bromas y yo me sentía a gusto con nuestra interacción; llegó la hora de irme y me despedí tres veces por la posibilidad de que esa haya sido nuestra última conversación.
Días después la encontré en las redes sociales y sentí una alegría extraña, también sentí un poco de vergüenza por haberme alegrado pero la pude reprimir y seguí adelante. Conforme fue pasando el tiempo nos fuimos conociendo mejor y en algunas de nuestras salidas o conversaciones fue incrementando la tensión debido a que nunca habíamos roto la barrera del contacto físico, más por mi culpa que por la suya, pero me mantuve firme porque sabía que eso era lo único que me quedaba, si la barrera caía yo caería con ella.
Al fin, un día saliendo del cine ella me tomó de la mano y yo no supe que hacer, sabía que era algo que tarde o temprano sucedería pero no había ideado un plan para esta situación, así que le seguí la corriente y caminamos así el resto del día, no era algo tan malo después de todo, a lo mejor yo estaba exagerando. Se puede decir que incluso me sentí feliz.
Llegando de vuelta a su casa ella me miró a los ojos y me preguntó “¿Qué somos?”  Yo no tenía respuesta para esa pregunta así que le dije con toda honestidad “no lo sé”.

Ahora estoy en mi casa pensando “¿Qué somos?” y recuerdo que un día alguien me dijo que la vida es una búsqueda constante e infinita de satisfacción que sólo se alcanza cuando dejas de buscar y te empiezas a conformar con lo que tienes; no estoy seguro que esto sea así, pero de lo que si estoy seguro es que peores cactus he tenido y amado.

3 comentarios:

Guillermo Hernández Carrillo dijo...

Me gustó porque es honesta.

Anónimo dijo...

En el momento que nos conformamos con lo que tenemos y dejamos de soñar con lo que deseamos ya estamos muertos.

Gallo dijo...

Concuerdo totalmente.

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...