lunes, 28 de julio de 2014

El plan.

-Es un tarde aireada Johanna- le dije aunque nunca la llamaba por su segundo nombre.
Desde hace más de 6 años había querido oler su pelo, contar sus pecas o jugar con sus manos.  La única vez que hablamos me dijo que hacía lo que hacía en el consejo para ir gratis a las fiestas, no recuerdo qué le contesté, pero debe haber sido alguna incoherencia que se escapó de mi cerebro aturdido por sus piernas.
Si intentara describirla, iniciaría con su sonrisa, tierna, cautivadora y aparentemente honesta e incluso, en algunas ocasiones, explosiva. Está más allá de mi capacidad de elegir la posibilidad de olvidar aquella tarde que la vi cuando yo volvía de visitar una reserva natural para una tarea, la cual consistió en su totalidad en grabarnos caminando por la arena, ella estaba vestida de media pierna hasta arriba de un vestido color fucsia.
Mientras caminaba por las calles del centro de mi ciudad natal con tres amigos, dos de los cuales ya no tengo idea de qué fue de ellos, observaba a la gente a mi alrededor, probablemente la mayoría era como máximo de clase media. Eran como las cinco de la tarde y el fin de semana danzaba alegremente recordando su corta duración; ya que no habíamos comido nada en todo el día sugerí ir a comer tostadas con carne al pastor y aguacate en un lugar sobrevalorado para el punto geográfico donde me encontraba, ahora que vivo a más de 2000 km de distancia lo extraño como quien ha perdido una estrella. En aquel momento solo había uno de esos establecimiento en el primer cuadro de la ciudad, posteriormente venderían el lugar donde una amiga compró su primera cámara olympus de 4 megapixeles con auto foco que vino con la promoción de poder imprimir 100 fotos mensuales durante un año para construir una segunda franquicia la cual tiene ahora un giro comercial distinto apuntando a un sector turístico de mayor poder adquisitivo.
Para llegar al establecimiento original de carne al pastor teníamos que caminar tal vez un kilómetro, no recuerdo bien el inicio del camino, pero tal vez pasamos por el monumento a la madre, que consiste en una estatua de una señora cargando a un infante la cual alrededor tiene una media luna de más o menos 4 metros de diámetro con pilares de concreto y vigas de madera de amplia sección en la parte superior, a un lado tiene una iglesia de la época de la conquista y un teatro y como a 200 metros el edificio central de la máxima casa de estudios de Yucatán.
Estoy seguro de que caminamos por la plaza grande, la cual tiene los edificios del gobierno, un banco y una catedral, la cual algunos dicen que es la primera hecha en América. La plaza grande es un sitio de unos 10000 metros cuadrados rodeado de árboles que en el centro tiene el asta de la bandera, según el horario es posible ver toda clase de gente, al mediodía hay niños entre 12 y 15 años aprendiendo a besarse, como a las 6 empiezan a llegar los semi hippies y payasos a vender droga y pulseras y sí ya son las 10 y es sábado puedes encontrar gente que encuentra agradable en un plano de afiliación muy cercana a los individuos de su propio sexo, gran parte de mi juventud la pasé esperando a alguien en tan popular lugar.
Después de la catedral estaba la zapatería Canadá, que desapareció y con ella la posibilidad de comprar tennis Panam de 60 pesos, ahora venden unos muy parecidos marca Player que tienen la misma forma, pero un verdadero amante de aquéllos jamás se conformaría. Un poco después hay un pasillo que cruza por en medio de una manzana por el cual sólo pueden pasar peatones, usualmente olía mal, no lo voy a describir porque no es necesario cruzarlo para llegar a comer tacos sobrevalorados.
Al llegar al final de esa esquina se encuentra una tienda que vende de todo, tarjetas conmemorativas, discos de música popular, ropa pasada de moda y arriba caballeros del zodiaco, esta tienda se llama Del Astro Rey. Debiera tener como política usual tener edecanes promocionándola, pero sólo recuerdo el grupo del cual era parte ella, no recuerdo que tuvieran micrófono o un producto en específico para hacer alusión, durante el pequeño lapso de tiempo que pude ver su espectáculo noté que su quéhacer dependía de su humor.
Si les daban ganas de bailar ritmos latinos lo hacían, si no se mantenían paradas sonriendo y saludando, justamente en el momento en que llegamos al final de la calle se les ocurrió hacer un baile que incluía movimientos muy interesantes para cualquier espécimen del sexo masculino que gozará de un gusto estándar por las formas. Al contorsionarse y desplazarse en la zona a la que había sido asignada con sus dos amigas se reía sin inhibiciones.
No estoy seguro de haberla saludado, puede que ella nos vio y por eso pasó lo que pasó, no lo sé y ya nunca lo sabré, el caso es que al notarse observada emitió una de sus características carcajadas y profirió la tan socorrida frase utilizada por las jóvenes entre 12 y 23 años "qué oso", paralizado sin saber que hacer tal vez le hice la mano y apresuré el paso cuando la lógica me diría después, que al menos debí haber cruzado la calle para decirle hola.
 He planeado más de 7 veces cómo sería mi aproximación para invitarla a ir al mar, el cual tanto extraño, es más ya sé exactamente todo lo que tendría que pasar. La media hora de camino me contaría que tipo de pasta le gusta y su posición acerca de la caza del atún en México, luego al llegar al malecón los lugares de estacionamiento cercanos iban a estar ocupados de manera que nos íbamos a tener que ir hasta la segunda línea, situación que iba a aprovechar para hacer bromas acerca de que no me sé estacionar, al quedar un poco lejos y tener que caminar cierta distancia ella haría énfasis en lo importante de comer plátanos.
Ya en la playa recorreríamos 2 km en aproximadamente 32 minutos y de ver un puesto de marquesitas le ofrecería una aprovechando la ocasión para decir que cuando yo estudié la primaria en la escuela en la que ella estudió su carrera, éstas costaban un tercio y que además teníamos futbolitos de a peso cuando el dólar costaba 8. 
La únicas fallas menores que le veo al plan es que no sé si el coche que dejé allá sigue sirviendo, que vivo al otro lado del país y que además podría decir que no.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

... cuál es la importancia de comer plátanos? Jeje

El observador dijo...

Siempre sucede que cuando nos alejamos pensamos cual era la mejor estrategia para interactuar con tal individuo, solo podemos pensar a nuestro favor que por algo no pasan las cosas y aceptar lo que en verdad podemos hacer...

Anónimo dijo...

Siempre es bonito volver a casa, llegar y no sentirse ajeno ante la cara de entes extraños, volver a caminar con seguridad como si fueras el dueño del lugar y notar esos pequeños cambios en el panorama urbano que sucedieron durante tu ausencia. Sin duda, una sonrisa espectacular montada en unas bellas piernas espera por ti en la ciudad blanca.

Anónimo dijo...

Esas palabras describen muy bien a lupita.

Anónimo dijo...

Que historia tan triste :-( Espero que ya hayas encontrado a Johana o ella a ti! asi podrás contar una historia con final feliz como la del pueblo.

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