martes, 31 de enero de 2012

Viviana


Si hubiese una montaña lo suficientemente alta cualquiera hubiese podido pararse en su cima para observar ese cuerpo amorfo, casi como un organismo unicelular, perfectamente bien delimitado y al mismo tiempo confundido con su entorno. Habría sido extraño ver un unicelular con canales internos como venas que recorriesen su cuerpo, venas de piedra y derivados del petróleo, sin embargo no sería molesto debido a la buena cantidad de seres verdes presentes en este paisaje de vida urbana; las casas de todos tamaños, formas y colores saltan a la vista, ninguna es más importante que las otras, y aunque alguna lo fuese no importaría al menos no para mí.
Viviana vivía en una de esas casas, tan ordinaria como las demás, de color verde claro, en realidad no importa; ella era tan común como cualquier ser humano que haya habitado la Tierra en los últimos 10 mil años, yo no podría describirla como un ser perfecto por la sencilla razón de que ella era una joven promedio, sus labios sonrosados no eran más bellos que una mañana de abril, sus ojos cafés no escondían la magia de las noches que quedaban sin estrellas víctimas de una enorme luna llena, sus oscuros y ondulados cabellos en nada podían intentar asemejarse a las corrientes submarinas que cargadas de vida siguen deslumbrando a los buzos, no, ella era una mortal como cualquier otra, pero para mí era el ser que deseaba que estuviese entre mis brazos, que besara con candor mis labios y que susurrara en mi oído palabras bellas de amor.
A diario la veo pasar por la acera cuando el sol despunta el alba para ir en busca de los alimentos matutinos, sé que 2 horas después se irá a la escuela, no es muy buena en sus estudios pero al menos se preocupa por asistir siempre, no puedo hablarle porque las palabras se petrifican en mi garganta antes siquiera de lograr salir a mi boca, y entonces sueño. Algún día ella estará en peligro, llegaré en el momento indicado y la salvaré, ella no dirá una sola palabra y en cambio me besará, seré a partir de entonces y para siempre el hombre más feliz del universo.
Viviana, si al menos pudieses leer mi mente y saber cuánto te amo, podrías dignarte a mirarme, pero no mirarme como me miras siempre sino con esos ojos de amor con los que sólo las mujeres enamoradas pueden ver al hombre dueño sus suspiros.
Sin embargo a través de estos barrotes no puedo aspirar a más que inventar tu nombre, quien podría imaginar que una celda de esta penitenciaría permite ver las calles de la hermosa Mérida, y no solo eso sino que ha permitido a su inquilino enamorarse  por vez primera, lo cual por supuesto es una pena; de haber sabido que en esos suburbios encontraría una mujer de la cual algún día me enamoraría me habría comportado según las leyes de la sociedad.
Ahora nada importa, no importa que tan bien me porte a fin de cuentas mi acta de defunción ha sido sellada, mañana en un motín seré asesinado por los hombres contratados por la familia del joven al que le quité en un atraco fallido la vida.
¡Oh mi pequeña y dulce Viviana si al menos pudiese saber tu verdadero nombre!

sábado, 21 de enero de 2012

Psicosis mañanera

Un hombre toma un cuchillo para carne y se corta el cuello.
Una mujer desesperada sale corriendo hacia el salón principal, con el rostro desencajado grita a la concurrencia que nuestro hombre se ha cortado el cuello con un cuchillo para carne y luego se desmaya sin más.
La concurrencia empieza un griterío desenfrenado, entre los morbosos que quieren ver el cuerpo, los heroes que desean "revivirlo" y los que en su desesperación no buscan que hacer.
Un hombre sentado en una amplia mesa con la cara entre las manos comienza a vomitar despues de haber visto el cuerpo, uno más grita que la vida no vale nada, otro corre en círculos mientras murmura "¡Hay Dios mío!"; una mujer se sienta tranquilamente, enciende un puro y empieza a llenar el recinto de humo.
Ocho minutos después de que el hombre se haya cortado el cuello las tres bombas que se encontraban en el salon de recepciones explotan y todos los presentes sucumben en un alarido que no llega a escucharse a más de 20 metros; las ambulancias que se encuentran afuera reciben algunos daños por los escombros que han salido volando y un policía muere mientras ayudaba a levantarse al hombre que se había desmayado después de vomitar.
A 12 kilometros de distancia una joven observa el retrato del hombre que se ha cortado el cuello y cuyo cuerpo se ha hecho ceniza mientras piensa que debío haberle dicho que sí quería ser su novia.
El hombre que se ha cortado el cuello, tal vez no lo hubiera hecho si hubiese sabido que a lo lejos la chica del retrato si quería ser su novia, pero de poco lo hubiera servido porque de todas maneras las bombas iban a explotar.
El hombre que puso las bombas no las hubiera puesto de haber sabido que el padre del hombre que se cortó el cuello no iba a acudir a la graduación de este.
...
- Un momento, ¿no merezco un final feliz?
- Ya has muerto.
-Pero tengo derecho a un final feliz, este es un cuento.
- Si quieres puedo explicar que fuiste al cielo.
- No, no creo en eso.
- Eso probablemente sea mi culpa.
- Quiero un final feliz.
- Estás muerto, si te parece puedo poner que ella se murio al saber que tu moriste, sería un final muy Shakespeariano.
- ¡NO!, yo quiero un final feliz.
- Mmm, me parece que no, de todas manera el que escribe soy yo.
- NO es justo!!!, me diste raciocinio y voz, tengo derecho a un final feliz!!!
- Haré lo que el buen Dios hace cuando sus "creaciones" comienzan a cuestionarlo.
- ¡No!, Espera.... espera....
                                              FIN

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Shit Happens

Era social, era carismático, era popular, era buen bailarín, era como Dios pero mas guapo; eso era yo hace algún tiempo.
Muchos dicen que no hay que vivir en el pasado, pero ahora, eso es todo lo que me queda. Y eso es lo que vengo a contarles, no es que yo sea un mártir, ni siquiera me considero quejumbroso, como sé que lo son la gran mayoría de las personas, pero en mi caso, SI hay una razón que me justifique, y no, no es porque la persona que amo no me corresponda, o porque se murió mi perrito, o porque se le gastaron las pilas a mi control de la tv, o porque soy pobre, o cualquier cosa de las que se quejen ustedes por gusto o costumbre, y que pudieran confrontar o solucionar. Yo sí tengo derecho.
Todo comenzó el día 22 de abril de 1998, me encontraba en la escuela, como casi todos los niños de clase media/baja como yo, y sonó el timbre que indicaba que terminó el recreo, yo había tomado un jugo, que bajó como rayo hacia mi vejiga, si, mi frágil y pequeña vejiga de niño de 7 años, que dio batalla durante varios minutos, conteniendo las embestidas líquidas que volvían a la carga cada vez más fuerte, hasta que sin poder aguantar un minuto más, decidí levantar mi mano tímidamente anhelando que la maestra dirigiera su mirada hacía donde yo me encontraba sufriendo, pero no, seguía leyendo su TvNotas. Supe que debía actuar rápido, así que llene de aire mis pulmones, sabía necesitaba un grito fuerte, uno que pudiera atravesar las demás voces que flotaban en el ambiente; me levante de mi mesabanco agarre mi vejiga en señal de dolor y grite con fuerza y claridad:
-MAMAAAAAAAAAAA!!!!!
Ese fue mi fin, lo sabía la maestra, lo sabían mis amigos, lo sabía yo.
Justo en ese momento todos quedaron callados, y, un segundo después, una explosión de risas me ensordeció y, más importante, ensordeció a mi maestra. Mis gritos de "¿Puedo ir al baño?" eran solo palabras que nunca llegarían a ser escuchadas, jamás. Pude sentir como mi zapato Panam era salpicado por una gota, una lágrima; en ese momento pensé que llorando podría drenar al menos un poquito de líquido, pero no, fue una y solo una lágrima, de verdadera tristeza. Sabía que había fallado en mi mejor intento, así que solo me quedo sentarme e improvisar, y por improvisar me refiero a mojar mis pantalones, mi trusa de bugs bunny, mis calcetines nuevecitos y por supuesto mis siempre fieles tenis Panam. Así que si me quedo algo de dignidad después de decirle "mamá" a la maestra, práctimente me encargue de liquidarme por completo. Es verdad que tuve la ligera esperanza de poder ocultarlo con mi mochila de ruedas, esperar que todos se vayan sin verme así, herido de muerte; pero el charco que se formaba, pronto alcanzo dimensiones bíblicas y me dio la estocada final.
Se empezaron a escuchar los murmullos de las niñas dicendo:
-¿Que es esto?
-No sé, pero ya se mojó mi mochila.
-¿De donde viene?
Bajé la cabeza, me cubrí la faz con los brazos y no dije nada más por el resto del día. Creo que no es necesario contarles si descubrieron de donde provenía el misterioso charco amarillo, ni que tan vergonzoso fue.
En fin, a partir de ese día mi vida fue, tal vez, un poco diferente. Y no me tuve que cambiar de nombre, ciudad, o siquiera, de escuela; tampoco tuve que matar a los testigos (no a todos).
Porque aunque no lo crean, a partir de ese momento, comprendí que nada es tan malo, ni dura para siempre, sólo mientras vivas.

domingo, 7 de agosto de 2011

Tranquilidad

Extraño las épocas en las que mi mayor preocupación era ver si Oliver llevaba a Japón a la final del Mundial, extraño el día de ayer.
Injusto es cuando mi jefe me pone a hacer algo cuando me ve descansando, por haber terminado antes que los demás. Injusto era que me obliguen a estudiar algo durante horas, siendo que me lo podía aprender a los 20 minutos. Pero no importa, sé que me vengaré de ellos el día que sea nombrado presidente del mundo entero. Mientras tanto seguiré ideando la manera de hacer que me crezca barba.
La razón de mis quejas es la siguiente: tengo un problema. Odio mi trabajo y odiaría más cualquier otro trabajo. Es complicado, pero compréndanme, después de todo yo soy como ustedes, pero lampiño. ¿Qué si soy inteligente? No quiero decir que si, pero tampoco puedo decir que no. ¿Qué si soy flojo? No puedo decir que si, me quedaría corto. Pero no es mi culpa, en verdad que no lo es, es algo hereditario tal vez, casi patológico y por desgracia incurable. En fin, los problemas fueron hechos para resolverse y hasta ahora nunca me había topado con alguno que me haya derrotado. La verdad no sé cómo resolverlo, no es que sea algo difícil, es solo que por ahora no sé la respuesta. Así de simple.
Traté de olvidarlo todo, olvidar que tenía un problema, olvidar todas esas veces que encontré a mi tío fumando a escondidas y me obligo a fumarme su cajetilla entera para que yo aprenda la lección, que por cierto (y no deben decirle a mi tío) nunca comprendí. También traté de olvidar las veces que me rechazaron en el equipo de básquet por ser demasiado bajo, en el de futbol por ser demasiado personalista, en el de beisbol por ser demasiado flaco y el de voleibol por ser demasiado varonil. No pude olvidar nada nunca, pero en fin, supongo que es más difícil olvidar que recordar, a menos que tengas Alzheimer.
Lo siguiente que intenté fue meditar que había estado haciendo mal, en qué momento me desvié tanto de mis metas y anhelos. Recordé mi niñez , no fue agradable, increíble la cantidad de cosas vergonzosas que haces durante la vida. Como la vez que te cagas en la escuela porque tienes diarrea jajaja ese día estuvo bien chistoso ahora que lo pienso, por suerte no me pasó a mí. También recordé muchos errores, como el día que creí que estaba besando a una vieja pero… No me juzguen, había poca luz. Y pues, si bien es cierto que de los errores obtienes experiencias la verdad es que muchas de esas experiencias son totalmente inútiles.
A veces siento que mi verdadero problema es una serie de numerosos problemitas que no notas que están ahí hasta que se amontonan, otras ocasiones siento que mi problema se resolverá solo cuando yo me muera. Pero no es así de fácil o de difícil. Al menos tengo que intentar algo mejor.
Resignado por mi problema imposible de resolver, al fin decidí hacer lo que sé hacer mejor: decidí ignorarlo, así como a todas esas modelos que siempre me mandan mensajes para invitarme a salir. (Si, esas que acabo de inventar). Pero tampoco pude. La razón es simple, no quiero. ¿Por qué? Porque llegué a la conclusión de que la vida necesita problemas para que cuando por fin los resuelvas, puedas sentir que todo va a estar bien, sentir esa efímera sensación de verdadera tranquilidad.

sábado, 28 de mayo de 2011

Sonrisa verdadera


En la noche oscura se dibujan formas difíciles de comprender. No tiene la culpa el pez, todos tenemos que nadar.
Pasaba todo el día imaginándome como se vería su boca cuando por un descuido se le manchara al comer espagueti. Algunos años habían pasado pero yo siempre la sentí muy cerca, más cerca que lo que la gente a mi alrededor hubiera querido.
Sí, ya sé que una vez entró al concurso de comida y se comió un filete de cinco kilos y de tomar pidió albóndigas.
¿Te conté?, no me acordaba, pero creo que no te conté del día en que nos deslizamos…
Con botellas aplastadas a manera de zapatos en un ducto de agua, sí, cabrón, ya me lo contaste, me lo cuentas cada vez que pasamos por el puente.
Es que nunca la viste, ella era como…
Como un día de perfecta buena suerte.
Qué molesta eres cuando quieres ser molesta.
Si era tan buena, ¿por qué te dejó?
Pues mira… no le dejé otra opción.

Era el principio del verano de 1993 y yo la esperaba como siempre en un café. O sea, yo siempre la esperaba, nunca íbamos a cafés. Yo era demasiado neurótico en lo relacionado con las drogas, siempre pensé que sería un perfecto drogadicto si hubiera tenido más dinero.
Ahí estaba ella, peinada pero no tanto, tropezando como siempre al entrar a un lugar nuevo. Hablaba con un payaso que acababa de conocer, estuve a punto de pararme para ver qué pasaba pero pensé que si me paraba perderíamos la mesa, como la vez que fui a comer nachos y al levantarme a buscar el refresco desaparecieron mis nachos y una señora que no sabía nada sentó en mi silla a un niño muy feo.
¿Quién era ese tipo?
Ni siquiera me saludas y ya quieres respuestas me dijo sonriendo. Su sonrisa era para mí una de las tres sonrisas verdaderas que existían en el mundo, la segunda la tenía Michael Jordan.
Perdón por alguna razón temblaba de nerviosismo, siempre me pasaba al ver su cara estrictamente simétrica.
Jaja tú siempre pidiendo perdón, deja esas palabras a los octogenarios que han vivido lo suficiente como para no poder corregir sus errores.

Siempre fuimos muy directos, siempre que nos saludábamos usábamos una frase distinta y teníamos un estricto código de vestimenta que solo incluía ropa que no costara más de cincuenta pesos.

¿Cuántas chupadas para el centro de una tutsi pop?
Yo creo que depende de mi humor y la estación del año.
Yo nunca aprendí a hablar, siempre le hacía preguntas esperando que alguna pegara y ella continuara la conversación. Al principio todas nuestras “conversaciones” consistían en intercambiar datos curiosos de animales. Una vez me contó cómo fue su primera entrevista de trabajo.

No me importa meterme al monte, me definiría como una mujer audaz con tendencia leve a la procastinación.
Señorita, la pregunta fue qué piensa de la ley laboral actual.
Si no le contesto es porque no me interesa lo que me preguntó y pensé que el dato le sería útil.

 A veces pasábamos horas intentando deducir la historia de las personas en el parque mientras ella les regalaba dinero a drogadictos que hacen pulseras de mala calidad. El día que presentamos el último examen de etimologías fuimos a la iglesia y después nos sacaron por besarnos.

Puedo cambiar, pero no traje mi morpher.
No necesito que cambies, esto acabó, podemos ser amigos.

La tercera sonrisa verdadera probablemente la tuve yo mientras su sangre escurría por mis manos.

martes, 10 de mayo de 2011

Malentendido

Estábamos los dos tendidos en el parque después de tomar unas caguamas en latas de Jumex, cuando pasó una chava muy bonita y dijé:
-Ya viste a esa vieja, esta rica.
-See, aguanta.
-¿La seguimos?
-Nah, que hueva, he visto mejores.
-¿Y que quieres hacer güey?
-Nada, tengo un pedo atorado, casi no puedo caminar.
-Jaja que finura.
-Ya sabes bistec, pero así me amas.
-La neta
-¿En serio?
-Seeee, ya déjame
-Dame un beso
-Ay pinche Mariana otra vez con tus mamadas, ya ves porque no me gusta tomar contigo…

domingo, 24 de abril de 2011

Amor Incondicional

Era sábado y ya sabía donde pasaría la tarde. No me molestaba ser rutinario, de hecho, lo disfrutaba. Hay gente que dice que si repites algo que te gusta durante determinado número de ocasiones, no te parecerá tan bueno como al principio, yo estaba en desacuerdo o al menos no había llegado hasta ese punto, y por ahora me atrevo a decir que tal vez nunca me sucederá. Me puse mi mejor camisa y mi pantalón menos roto, limpié mis zapatos y me puse doble ración de desodorante, solo por si acaso, también usé un poco de mi perfume para ocasiones especiales; y es que, después de varias semanas de visitarla cada sábado sin falta aún me seguía gustando como la primera vez.
Tomé un taxi a pesar de que estaba cerca del lugar donde la vería, la verdad es que no quería caminar por miedo a sudar, tengo que admitir que me sentía algo nervioso, como cada sábado. Llegué tan rápido que no me dio tiempo de pensar de que platicaría con ella en caso de que un silencio largo e incómodo quiera hacerse presente. Tomé unas mentas, no estaba seguro de querer besarla todavía pero tampoco podía decirle que no en caso de que ella me lo pida, después de todo ella me gustaba. Me encontraba en la entrada y no me animaba a pasar, me asomé en la puerta para buscarla y no la vi. Me entraron las dudas de siempre: ¿Será que me dijo a esta hora?, ¿Me dijo adentro o afuera?, ¿habré llegado tarde y se fue?.Mi celular estaba descompuesto así que no podía localizarla o ser localizado. Decidí entrar, pedir algo para esperarla y si ella no llegaba antes de que me termine mi cerveza, pediría la cuenta y me iría.
Olfateé mis axilas, revisé mis dientes, subí mis pantalones, metí la panza y entré. Miraba en las mesas para ver si ella ya estaba ahí, pero el lugar estaba algo oscuro así que no tenía muchas esperanzas de verla. Me senté y se me acercó el mesero y me preguntó si esperaba a alguien. Le dije que no, en caso de que ella no llegase no quería verme como un perdedor. Me trajo mi trago y comencé a beberlo muy lentamente, tardé quizá unos 20 o 25 minutos en beber un vaso y estaba a punto de retirarme cuando finalmente apareció. Vestía un atuendo bastante llamativo, así que todos la miraban fijamente cuando caminó hacia mí, un sujeto le tomó la mano cuando pasó junto a él, como invitándola a sentarse; me levanté indignado dispuesto a reclamarle, ella me vió le sonrió y le dijo algo al oído, él la soltó y asintió.
-Hola, pensé que no vendrías hoy ¿Quién es ese tipo?- Pregunté
-Te dije que aquí estaría y el tipo es un amigo, no tienes porqué enojarte- Me dijo sonriendo
-No tengo porque enojarme, no somos nada – respondí defensivamente
-Tienes razón no somos nada… pero si te enojaste, bueno ¿ya pensaste que haremos hoy?
-Pues no sé, lo que quieras.
-Tú eres el que decide siempre, jaja, por cierto que rico hueles.
-Gracias es un perfume que acabo de robar en el mercado- bromeé
-Jaja eres muy divertido, no como los demás- dijo ella y me tomó la mano
-Lo sé, además de divertido también soy muy modesto-
-Me gusta salir contigo, en verdad- dijo bajando la mirada, como apenada, algo que yo nunca había visto en ella
-Si en verdad me quieres, demuéstramelo- dije retador
-Te quiero más que a nadie, pero ni así te voy a dar descuento.

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...