jueves, 12 de julio de 2012

Ficciones verdaderas 3

Abandonado antes de empezar mi proyecto de aprender  a escribir con la mano izquierda, me esforcé en poder llegar a conocer los límites en los cuales la autocomplacencia encontraba el fin de su producción de endorfinas.
      Al ver que tal vez ese límite no existía y que buscaba en un callejón sin salida me puse a pensar  en una forma de acabar con el aburrimiento característico de mi vida. Nunca se me ocurrió.
      Un día tuve la oportunidad de ir  al puerto con personas no gratas excepto una, para la cual yo no era grato. Después de perder  en repetidas ocasiones jugando basquetbol  y ante la mirada idiota de pueblerinas sentadas en un kiosco decidí retar a  la autoridad tomando una bebida no alcohólica que lo pareciera.
        Un oficial me instó a tirarla dada la ilegalidad aparente de mi proceder, mis pocas ganas de entrar en consideraciones con un oficial un tanto estúpido  me hicieron acatar sus ordenes.
       Decidí dar un paseo por el malecón tomando fotos de chilangas que querían parecer gringas al hablar en inglés, pensando en el porqué del calor y la escasez de niñas bonitas la vi.
       Ahí estaba, rodeada de gente como siempre, algunos kilos de más descansaban en sus pliegues pero no eran demasiados, mi vieja obsesión de la secundaria, a la cual tirara una piedra accidental en la cabeza, ahí estaba.
       Pensando en que hacer me golpeé la cabeza con un buzón para después resbalar en un charco de cerveza.
        Al despertar recordé que había llegado ahí acompañado, pero ya no me importaba, noté que me sangraba la cabeza, sin embargo, seguí caminando.
       Siempre me había preguntado como era ella, pues aunque pude haber hecho y tenido todo  jamás hice ni tuve nada, por idiota, pequeño, orejón no lo se, bueno si lo sé, pero no se oye bien.
        El caso es que al llegar a ella con los ojos a medio abrir  y con sangre por toda la cara sus amigas corrieron, pero ella no (estaba de espaldas).
       La saludé  y la invité a ver transformers, ella  no me saludó y sólo dijo no.
       Vimos transformers llámalo suerte, un milagro, brujería vudú, etcétera,  el caso es que pasó.
       No vi la película, preferí  verla, ver sus pómulos rellenos y sus manos llenas de cara salsa de palomitas. No dije nada.
       Al llegar a su casa comimos 7 pedazos de pizza y vimos el noticiero de las 10 y de lo que nunca me hubiera imaginado me di cuenta, “era aburrida” tanto o más que yo. Para un idea más concreta estuvimos  hablando tres horas acerca de la capacidad de Dios de comerse un burrito tan caliente que ni él pudiera comer. Después de pasar por Guillermo de Ockham, Descartes, Habermas y Chespirito decidí besarla para que se callara. El beso duró un minuto, acto seguido me golpeó.
        No fue una cachetada ni un pequeño puntapié, fue como un golpe de Tyson, no sé como golpee ese muchacho, pero debe estar muy cerca.
        Dos horas y medio litro de  sangre después llegó la ambulancia que pidió. Necesité de 7 puntadas y fue ahí donde me enteré de mi hemofilia debido a  mi  ascendencia real… bueno eso no es cierto.
        El caso es que después de ese suceso no la llamé aunque pude y tuve las ganas, a veces hay cosas que simplemente no repites, como comer pastel con salsa cátsup.
      Para los que quieran saber como ladraba mi perrita Atenas, ahí les va:
Wawarawarara…u waf…wafwaf. Y se repetía varias veces 

sábado, 23 de junio de 2012

Consulta


Aquí estoy en el hospital una vez más, la fila en la sala de espera es interminable y para colmo todos parecen estar muriendo, me conformo con al menos uno que tenga solo una gripita para que esto se agilice, además, no hay ni siquiera una sola mujer que valga la pena observar por más de 3 segundos, bueno excepto tal vez la que tiene un juanete con forma de hongo, ella si me dio curiosidad; pero fuera de eso, nada de nada. ¡Dios, como odio estar aquí! Para colmo no hay ninguna tele encendida donde al menos pueda ver el futbol o las caricaturas, o ya de plano, La Rosa de Guadalupe, no hay pedo que no tenga volumen.
El aire acondicionado dejó de funcionar desde hace un rato, que bueno, porque ya me había desesperado el tipo que estaba temblando ahí abajito de las ventilas, si tiene tanto frío que se vaya junto a la gorda del rincón. Aquí viene, ya la sentí, otra gota de sudor, sabía que no debería haber traído esta ropa, solo a mí se me ocurre venir tan caluroso.
Debí haber comprado una revista o ya de plano un periódico antes de venir, pero estaba tan apurado que no lo pensé, por eso ya tuve que leer esta caja de medicinas por 3ra vez para ver si así me entretengo.
De repente un señor se me acercó y comenzó a hablar pero no le presté mucha atención, porque me quedé viendo fijamente su nariz, tenía algo así como granos con pus. Que desagradable.
Una hora pasó y como vi que esto no iba a ninguna parte ya no aguanté más, me levanté y le dije a la enfermera:
-Cancele mis demás citas, ya no voy a atender más por hoy. 

Sopa Campbell’s

(Hay una pequeña referencia a un cuento llamado Helado puede verlo dándole click a la palabra)
Ella no era bipolar, ni yo un entusiasta, nunca me preocupe lo suficiente por ella y me imagino que ella sí de mi aunque nunca me di cuenta.
El otro día les leí helado y pensaron que hablaba de amor, helado no habla de amor habla de pulsión, de necesidad física y de idiotez humana; no es un cuento con final feliz (no sé hacer finales felices) no da un mensaje bonito ni está basado en un hecho real.
Veo hacia atrás y recuerdo que la primera vez que fui a su casa me comí la única rosa de su rosal, por la falta de familiaridad ella no expresó su asco o su molestia por aquel acto tan inusual, ese día pasé ocho horas fuera de mi casa por primera vez y regresé corriendo por miedo a que mi mamá me regañara, tenía creo que 14 años y era un niño bien mimado.
Pareciera que cualquier obra artística humana es impulsada por el único sentimiento exclusivo del humano, el amor, y si no es así siempre hay manera de vincularlo, así vemos una pintura que describe una lata de sopa Campbell’s y algún loco dirá que predomina el rojo por lo que el autor estaba atrapado en un tórrido romance con una francesita de escuálidos brazos y jugosas piernas.
No le di muchos regalos ni supe interpretar muchas de sus indirectas, durante años nuestras peleas fueron unilaterales, cuando la visitaba siempre había un lapso como de 3 horas en que yo intentaba entender qué era lo que la había hecho molestar, casi nunca lo lograba, pero al final casi siempre se contentaba o se molestaba ferozmente y se metía a su casa dejándome afuera exponiéndome a la mirada de todos sus  vecinos y de uno que otro vándalo que estaba seguro de que mi orientación sexual no era la común.
En la creación de arte siempre interviene el factor inspiración, que al parecer es caprichoso y solo aparece infundido por un miembro amado o por una causa externa. Alguna vez alguien me dijo que un verdadero artista es capaz de generarse a si mismo los estados emocionales necesarios requeridos por su arte en el momento que lo desee y durante el tiempo que lo necesite, me gustaría que esto fuera cierto, a ciencia cierta no lo sé.
Según yo fui el novio perfecto, la ayudé en casi todo lo tangible que necesitó de mi, de lo demás creo que me quedé muy corto, nunca entendí el  mecanismo que rige el comportamiento emocional humano y por ende fui incapaz de llenar ese vacío que me imagino debí llenar. Un ejemplo de esto ocurrió tal vez un año después de que nos hiciéramos amigos, ella tenía examen de Lógica y no sabía algo que yo creía que iba a entrar en el examen.
Era algo como lógica matemática, no recuerdo bien, el caso es que ella estaba realmente molesta y no quería estudiar, yo le insistí en que estudiáramos y se molestó y me mordió y tiro sus lentes y me golpeó pero al final estudiamos el tema que solo yo sabía y que al final no salió en el examen. Tal vez en esa ocasión debí haber interpretado sus necesidades emocionales e intentar consolarla, en vez de prácticamente obligarla a morderme.
Somos seres imperfectos sujetos a la subjetividad de lo captado por nuestros órganos imperfectos, de la realidad no sabemos nada ni sabremos y el amor siempre ofuscará aun más nuestra percepción.


martes, 12 de junio de 2012

Nuevo Canal



Pasa, qué pasa, pasa que no pasa lo que quiero que pase, porque no quiero que pase o porque no sé qué es lo que quiero.
En un viaje a través de la república dedicado a conocer nuevos lugares y olvidar viejos rencores pasé el 92.3 por ciento del tiempo pensando en una mujer que superficialmente conocí y con la cual no tengo ningún tipo de futuro. No puedo escribir acerca del amor por la misma razón que Tyson Gay nunca será plusmarquista, alguien mejor que yo vivió en mi misma época y se llevó mi chocolate.
No sé si yo soy tan idiota que creo que los demás están pendejos o si los demás están tan pendejos que creen que yo soy un idiota, el caso es que tomo para olvidar ese cisma que creo errónea o acertadamente existe entre mi persona y casi todos los demás. Tomar me llevó a experimentar muchas situaciones, la mayoría no recuerdo o finjo haber olvidado.
En una casa de extraños tabasqueños me senté a oír como hablaban, platicaban las mujeres de lo feos que eran sus pretendientes; no lo pensé en el momento, es más hasta ahora caigo en cuenta de que ellas en si mismas eran algo incómodas de ver. Los tabasqueños disfrutaban diciendo coño por cualquier cosa que se ofreciera, que entró el gato ¡coño!, que se cayeron las llaves ¡coño!, que Dirac compartió el Nobel con Schrödinger ¡coño! Todos los que estaban sentados en la reunión conmigo presentaron exámenes de admisión en las universidades de mi tierra natal y no entraron, excepto uno.
El viaje me sirvió para cambiar de aires y para caer en cuenta que mi cara anima a policías municipales y estatales, federales y militares a hacer preguntas. Era joven y con barba, sin aspiraciones y con un perro, pasaba mis días iniciando toda clase de libros, libros de economía, histología, fisiología, sociología y compilaciones completas de condoritos, libros que nunca terminé ni leí más de 40 páginas.
Pretender leer me ayudó a olvidar que mi tesis no iba a ningún lado, que el dinero de mi beca apenas alcanzaba para pagar el alquiler y el plan de datos que me servía para abrumar con mensajes cada 10 minutos a una muchacha que me había sonreído una vez a la media noche por cortesía debido a que llevamos a una amiga mutua a su casa. El remedio no duró mucho, pronto se acabaron los libros para pretender leer y mi principio de obesidad empezó a pasar factura, no podía pasar mucho tiempo sentado porque quedaba pegado a la silla y tampoco podía acostarme porque luego era una labor titánica levantarse, mi solución fue pedir prestada una televisión.
La nueva televisión proporcionaba acceso a 6 canales de manera gratuita, todos y cada uno de ellos a color y con sonido estéreo, daba acceso a toda clase de programas desde emisiones de rumores del espectáculo hasta transmisiones que proporcionaban información inexacta acerca de las luminarias de la televisión nacional.
Un día desperté y al no poder iniciar mi computadora debido a que puse mal mi contraseña 3 veces encendí el aparato televisor y cuál fue mi sorpresa al encontrar que un nuevo canal se unía a los otros 6 de indudable calidad. Durante 9 días no salí de mi casa por quedarme a ver los programas del recién descubierto canal, en realidad ya llevaba más de 2 meses sin salir de mi casa, pero esta vez hubo una razón específica.
Cuando la fiebre de la televisión acabó intenté encender mi computadora de nuevo y vi que habían varios mensajes de dos mujeres que rechacé unos meses antes de estar obeso, pensé: invitaré a cada una a ir a un lugar gratuito distinto de manera que quede abierta la posibilidad para cualquier cosa.
Pasaron dos días, las invité, aceptaron y nunca les volví a hablar.

domingo, 10 de junio de 2012

Misterio



La semana había sido agotadora, durmiendo 4 horas al día, incluidas las 2 durante los viajes en el camión, estaba al borde de ser despedido y un perro acababa de intentar follar mi pierna. La vida definitivamente no me estaba sonriendo en este momento, así que decidí relajarme e ir a la "zona suave", que en realidad es el mueble donde me siento a ver pornografía en VHS (para recordar mis raíces) y fumar cigarros chinos mientras intento olvidar todas mis penas. No sabía que hacer para entretenerme así que me quede viendo el techo y pensando en todas las horas de mi infancia que desperdicié tratando de hacer un Kame-hame-ha, sin lograr nada más que defecar mis trusitas de Batman en numerosas ocasiones ¡Oh Dios! ¿Porque eres cruel con los niños?
Aún no logro entender como de ser un niño inteligente, modelo de pies para Bubble Gummers (los zapatitos mas chavitos) y que tuvo su primera novia cuando iba en segundo de primaria; llegue a convertirme en el ser que ahora soy: sin aspiraciones ni metas, sinvergüenza, sin dinero, sin pareja y llegando a una edad en la que pienso que cualquier dolor, definitivamente se trata de cáncer. De pronto una idea pasó por mi mente: debía salir a caminar. Caminé por las pintorescas calles de mi colonia, al momento que una ligera llovizna caía sobre mí y refrescaba mi mente, era una lluvia amable, sin otra intención más que alegrar un poco a los caminantes que transitaban por ahí. De esas lloviznas que de verdad son buen pedo, sin truenos, relámpagos, moscos, granizo y mamadas que solo joden a uno que ni la debe ni la teme. Caminé bajo los árboles que goteaban sobre mi cabeza, disfrutando los momentos hermosos que sólo la época de lluvia nos regala: mujeres mojadas con ropa blanca, gordas resbalándose en las banquetas y uno que otro vendedor de “nylons” aprovechando la ocasión. Decidí darme un tiempo para divertirme y olvidar mis preocupaciones, ir a mi lugar favorito en todo el mundo, un lugar donde nadie me juzga por mi apariencia, donde hay seres más inútiles que yo y sobretodo, muchas mamás jóvenes y guapas; decidí ir al Zoológico. Caminé sin rumbo por el parque y la pequeña laguna, pasé la feria y el ranchito de animales de granja, pasé por el aviario y pisé la caca de un pavo real, por un momento me enojé pero luego pensé "pudo ser peor, pude haber pisado la de una gallina con manchas grises de esas que no vuelan".
Llegando a una banca decidí sentarme y prender un cigarro "para tomar aire", acto seguido escupí una flema a 3 metros de distancia que cayó justo sobre un lirio de una fuente con aguas turbias e hizo que un pequeño pez, al parecer un gupi, dé un brinco sobre la superficie del agua salpicando a una hormiga que resbaló y cayó directo dentro de la fuente muriendo ahogada, “vaya accidente laboral” murmuré y sonreí para mis adentros; cuando de pronto se me acerco un tipo bastante peculiar, a pedirme fuego. Era un sujeto extraño, ni gordo ni delgado, sexy, con barba de candado, la voz ronca y cansada, como si hubiera fumado desde los 5 años. Al principio me asusté un poco, pensé que me arrebataría la cartera o el celular mientras metía mis manos a las bolsas buscando mi encendedor, pero por extraño que parezca, eso no sucedió; en cambió lo tomó, prendió un cigarro sin filtro y me dio las gracias, y, justo antes de darse la vuelta me preguntó:
 -¿Cómo te llamas?
 -Iván -le respondí algo titubeante, además de que este no era mi nombre real, era el nombre que siempre usaba cuando platicaba con las bailarinas del teibol.
-Iván ¿te gustaría un trabajo donde te paguen por ver y clasificar películas para adultos?
-¡Pero claro hombre! -Contesté emocionado, este era mi ticket dorado.
-A mí también, pero nunca tenemos lo que queremos -Dijo y se dio la media vuelta, dejándome confundido y un poco desilusionado.
Después de ese extraño encuentro decidí que había sido suficiente por un día, tomé un camión mientras miraba la ventana con melancolía, pensando en mi última novia, a la que tuve, mantuve, entretuve, pero no le di; y que ahora ya no tengo, ni mantengo, ni entretengo, ni mucho menos le sigo dando.
También pensé un poco en mi futuro, del cual no tengo un gran plan a seguir, ya que tengo todas mis esperanzas en que los mayas acierten en sus predicciones y no pasemos del 2012. Aunque no todo estaba saliendo de acuerdo a mi plan de vida ideado a mis 7 años de edad, ya que tenía algunas metas sin cumplir, como ser astronauta, ser bombero, ser piloto, ser estrella de rock y tener todos los tazos de Pokemón; no todo era malo en mi vida, ya que por alguna extraña razón yo normalmente me encontraba moderadamente feliz, puede ser el hecho de que tenía buena salud, buenos amigos, un six en mi nevera o mi pez "Ohm El Peludo II" se había recuperado de su herida ocasionada por otro Betta; yo no podría decirlo.
Bajé en mi paradero y me dirigí a mi departamento, algo cansado, pero dispuesto a terminar de leer el Condorito que había dejado a medias el día anterior, abrí la puerta, encendí la luz y la laptop, como por inercia abrí mi Facebook para ver a quien stalkearía el día de hoy; una vez seleccionada la víctima, comencé a ver sus fotos, desde la más antigua a la más reciente, cuando de pronto, se abrió una ventana emergente con el banner del bebé que ríe, quise cerrarla pero apareció una más, diciendo que había ganado un iPad, sonaron campanas cuando tenía mis audífonos a todo volumen, me espanté y cerré la ventana del iPad tan rápido como pude, el bebé reía y reía, escondido entre varias pestañas abiertas, al fin lo encontré y di click, ¡BUM! me dio lag, el bebé seguía riendo y yo seguía dando clicks en la ventana que no cerraba, un freeze a mi pantalla me puso los pelos de punta, el bebé por fin cerró, todo había pasado, todo estaba bien; de repente me di cuenta y palidecí: le había dado Like a una foto del 2008, todo se había ido al diablo.
Un minuto después del incidente, ella me habló por el chat:
-Que onda -dijo
-Hola
-¿Oye me estabas stalkeando verdad?
-Hmm, no, mira lo que pasa es que... -intenté pensar en un pretexto pero era inútil- bueno, así que digas stalkeando, stalkeando, pues no, pero si vi algunas fotos tuyas.
-Ok
-Ok 
Ella me gustaba desde la prepa, claro, nunca lo supo, pero ahora que lo sabía o al menos sospechaba, curiosamente mostró algún interés por mí, platicamos ese día y al siguiente, al siguiente no, y otra vez al siguiente; incluso fuimos juntos al cine una vez y al final nunca pasó a más, pero luego anduve con una que tenía el mismo apellido así que fue una manera de cerrar el círculo.
Un día, de pronto, decidí hacer una visita a mis padres, por alguna razón tenía el autoestima muy alto y necesitaba urgentemente que alguien me ponga los pies en la tierra, nadie mejor que mi padre para esta labor. Apenas entré, mi mamá me dijo:
-Pareces pelota
-Si mamá, he estado mejor
-Con razón sigues soltero ¡Mira quien vino viejo! –vociferó, y mi padre, dejó su periódico a un lado y se acomodó los lentes como para asegurarse de que estaba viendo claramente.
-Jajaja ya estás bien porcino ¿Qué te panzó? –dijo mi papá, con un tono algo despectivo.
-Pues me pasó que encontré un trabajo, abrí una cuenta de Facebook y que se murió mi perro “Caralampio” con el que salía a correr al parque, eso fue lo que me pasó.
-Pues que querías, era “malix”, te dije que te compres uno de raza, esos duran más –contestó mi papá con un tonito muy desagradable
-Papá, ese perro lo adopté porque hay muchos perros sin hogar y lo quería casi como a un hijo
-¿Si lo querías tanto porque mandaste al pobrecito a que le corten las pelotas?
-¡Se llama campaña de esterilización!
-Te debí llevar a una cabrón.
Decidí callar, pedí un vaso de Pepsi y mi mamá me dio un vaso de agua, “estás muy gordo” dijo. Fui a mi antigua habitación, observé que algunas de mis cosas seguían en la caja donde las dejé, intactas, tal como estaban cuando me había ido; tome una caja de zapatos donde guardaba mis revistas y salí en silencio.
-Bueno tengo cosas que hacer, me voy –dije y mi mamá me dio un abrazo.
-Cuídate ¿Cuándo regresas?
-No sé
-No te vayas a mamar –dijo mi papá.
-Ok
Al día siguiente volví a mi oficina, desvelado, pero con una actitud positiva, que duró entre 10 y 15 minutos, cuando mi jefe me dijo “bájate por los chescos” y yo, sin muchas opciones, sabiendo que mi despido estaba más cerca cada vez, para conservar mi empleo no me quedo de otra que ir a la máquina de refrescos del primer piso, y además bajando por las escaleras, para mantener mis glúteos firmes.
Antes de regresar a mi casa decidí pasar una vez más al Zoológico local, que me llenaba de paz y tranquilidad, reflexioné un poco acerca de eso, ya que no era muy clara la razón por la que amaba ese lugar; tal vez soy un amante de la vida, tal vez me gusta ver a los animales enjaulados para así sentir que tengo un poquito de libertad, tal vez cuando los veo me imagino viviendo un mundo sin reglas o tal vez solo me gustan las tortugas. Para mí es un misterio.

viernes, 8 de junio de 2012

Aire acondicionado


Hay una clase de enigmático deseo por aquello que se desliza entre la bruma y aleja por las sombras. Algún tipo de fascinación por aquello que no se puede tener o que en el estandarte de la lejanía se mantiene perfecto, deseable y puro.

Incontables fueron esas noches en las que aquel joven suspiró por aquella ninfa de corazón de temperatura incierta.

En la sonrisa guardaba el hechizo, ofrecida a todos, existente para unos pocos. Sólo unos cuantos descubrieron la diferencia entre la sonrisa verdadera y la del encanto vaporoso, algunas víctimas de la novedad aspirarían a un futuro imposible con aparente esperanza.
No se pudieran clasificar sus ojos como especialmente privilegiados o sus formas como únicas, su cabello no ondulaba como el mar del verano ni su piel era tan suave como la espuma, algo de magia se escondía en sus tiernas mejillas o era algún hechizo el que convertía su experiencia en falsa ingenuidad.
No quisieras conocerla así como los valientes marinos que acompañaron a Odiseo encontraron su destino en los diabólicos cantos de sirenas.

Hay quien pudiera pensar que es más feliz el que nunca conoció al aire acondicionado en comparación con el que a éste una vez fue presentado y de sus bondades fue apartado.

martes, 31 de enero de 2012

Viviana


Si hubiese una montaña lo suficientemente alta cualquiera hubiese podido pararse en su cima para observar ese cuerpo amorfo, casi como un organismo unicelular, perfectamente bien delimitado y al mismo tiempo confundido con su entorno. Habría sido extraño ver un unicelular con canales internos como venas que recorriesen su cuerpo, venas de piedra y derivados del petróleo, sin embargo no sería molesto debido a la buena cantidad de seres verdes presentes en este paisaje de vida urbana; las casas de todos tamaños, formas y colores saltan a la vista, ninguna es más importante que las otras, y aunque alguna lo fuese no importaría al menos no para mí.
Viviana vivía en una de esas casas, tan ordinaria como las demás, de color verde claro, en realidad no importa; ella era tan común como cualquier ser humano que haya habitado la Tierra en los últimos 10 mil años, yo no podría describirla como un ser perfecto por la sencilla razón de que ella era una joven promedio, sus labios sonrosados no eran más bellos que una mañana de abril, sus ojos cafés no escondían la magia de las noches que quedaban sin estrellas víctimas de una enorme luna llena, sus oscuros y ondulados cabellos en nada podían intentar asemejarse a las corrientes submarinas que cargadas de vida siguen deslumbrando a los buzos, no, ella era una mortal como cualquier otra, pero para mí era el ser que deseaba que estuviese entre mis brazos, que besara con candor mis labios y que susurrara en mi oído palabras bellas de amor.
A diario la veo pasar por la acera cuando el sol despunta el alba para ir en busca de los alimentos matutinos, sé que 2 horas después se irá a la escuela, no es muy buena en sus estudios pero al menos se preocupa por asistir siempre, no puedo hablarle porque las palabras se petrifican en mi garganta antes siquiera de lograr salir a mi boca, y entonces sueño. Algún día ella estará en peligro, llegaré en el momento indicado y la salvaré, ella no dirá una sola palabra y en cambio me besará, seré a partir de entonces y para siempre el hombre más feliz del universo.
Viviana, si al menos pudieses leer mi mente y saber cuánto te amo, podrías dignarte a mirarme, pero no mirarme como me miras siempre sino con esos ojos de amor con los que sólo las mujeres enamoradas pueden ver al hombre dueño sus suspiros.
Sin embargo a través de estos barrotes no puedo aspirar a más que inventar tu nombre, quien podría imaginar que una celda de esta penitenciaría permite ver las calles de la hermosa Mérida, y no solo eso sino que ha permitido a su inquilino enamorarse  por vez primera, lo cual por supuesto es una pena; de haber sabido que en esos suburbios encontraría una mujer de la cual algún día me enamoraría me habría comportado según las leyes de la sociedad.
Ahora nada importa, no importa que tan bien me porte a fin de cuentas mi acta de defunción ha sido sellada, mañana en un motín seré asesinado por los hombres contratados por la familia del joven al que le quité en un atraco fallido la vida.
¡Oh mi pequeña y dulce Viviana si al menos pudiese saber tu verdadero nombre!

¿Piensas en mí?

¿Piensas en mí? ¿Recuerdas nuestros días bajo el sol?  ¿Sientes un hoyo en el corazón?  Al ver hacia adelante ¿encuentras el principi...